Desde 2016, en el fútbol argentino los hinchas no pueden asistir a los estadios cuando el club de sus amores juega de visitante. La excepción está puesta en los partidos de la Copa Argentina, que se disputan en estadio neutral, lejos de las sedes de los rivales de turno. Por lo demás, en distintas competencias bajo la órbita de la AFA, no fueron pocas las veces en las que se generó un curioso concepto, el del simpatizante neutral, para abrir el juego a la presencia de hinchadas foráneas.
Ello fue reactivado a colación del partido entre Central Córdoba y Atlético en Santiago del Estero, considerado un clásico en esta parte del país. Se espera que al menos unos 10.000 fans “decanos” se desplacen a la vecina provincia, la cual ya adelantó que montará un amplio y estricto operativo de seguridad, incluyendo controles de alcoholemia (allá también rige la “tolerancia cero”). La paradoja del caso, en el que la pasión debe estar puesta bajo una masiva mira, queda así expuesta.
Aunque la mayoría de quienes van a una cancha lo hacen con el ánimo de ver y disfrutar del espectáculo deportivo, muchas veces son sectores minoritarios los dan una lamentable nota. Y también es lamentable que por esto los clubes tengan que contratar cantidades inusitadas de policías para cuidar que no haya desmanes dentro y fuera de la cancha. En resumen, un contrasentido.
“La hinchada que venga como hincha, con los colores de su equipo. Vamos a tratar de que todo se dé en un marco de seguridad”, dijo José Alfano, presidente de Central Córdoba, con palabras que asoman como mitad invitación, mitad advertencia.
Aunque hayan leyes deportivas y severas sanciones para los que las incumplen, los episodios de violencia dentro y fuera de las canchas se repiten de manera sistemática. ¿Es posible que todavía haya sectores del público que no entiendan el real concepto de entretenimiento que representa el fútbol? Los hechos demuestran que no.
Los sucesos que se dieron en el marco del partido entre Lanús y Estudiantes de La Plata, en marzo de 2013, que derivaron en la muerte por un disparo de balas de goma a quemarropa por parte de un policía al hincha “granate” Javier Gerez, fueron el germen para que tres años después se decidiera la prohibición de hinchas visitantes. En todo el tiempo transcurrido desde entonces, el aprendizaje de un lado y de otro ha sido escaso, y en algunos caso, nulos. En ese sentido, todavía se recuerdan los dramáticos sucesos en el partido Gimnasia-Boca de octubre de 2022, en el que hubo que lamentar otra muerte.
En el trabajo denominado “Cincuenta ideas sobre violencia en el fútbol”, de Juan Manuel Sodo y publicado en la web salvemosalfutbol.org, queda expuesto cómo intervenir en el problema. Allí se sugiere hacerlo desde la perspectiva de la sociología y la antropología del deporte, articulándolas con perspectivas como las de los estudios sobre fuerzas de seguridad, la criminología, la sociología del delito, las investigaciones sobre juventud, género y seguridad ciudadana. Y se insta a incorporar saberes de la gestión pública, la comunicación, el derecho, el urbanismo, las políticas culturales y el deporte social entre otras.
La perspectiva es interesante y abre el campo no sólo al análisis, sino también a la ejecución. Es de esperar que eso ayude a generar una nueva mentalidad en la que la se pueda disfrutar de los partidos en climas de fiesta y de sana competenbcia deportiva.