Durante la pandemia el mausoleo de mi familia, ubicado en cuadro 34-36 del Cementerio del Norte, fue despojado de las placas de bronce y de tres rejas amuradas que cubrían los vitreaux de los ventanales, uno de los cuales fue también robado. Al reabrir descubrimos el daño, hicimos denuncia y repusimos las rejas. En marzo de este año fui a renovar la concesión del mismo. Con el empleado de Catastro, fuimos a constatar el estado. ¡Oh sorpresa! ¡Habían vuelto a robar las rejas! El empleado dijo que debía dejarlo en condiciones para poder otorgar el informe requerido. Denuncié nuevamente el hecho. En abril se repusieron las rejas y el vidrio del ventanal. Hoy descubro que nuevamente robaron dos rejas y las placas, ornamentos y ángeles de bronce que restaban. Observé que los mausoleos vecinos, ubicados en ambas aceras sobre la avenida principal, también fueron desvalijados. Dejé denuncia escrita en la administración, donde el empleado me informa que la necrópolis carece de vigilancia. ¡Inaudito, cuando hace años que denunciamos estos hechos! Lo que sí sobran, porque viven de tertulia o fuera del lugar de trabajo, son los administrativos. Ni hablar de esa gente que deambula libremente por doquier, observando, interrogando y ofreciendo agua, hacer algún trabajo o limpieza, con fines inconfesables. Al director de Cementerios y a la futura intendenta les pido que provean de vigilancia y personal de limpieza a este cementerio, que hoy luce muy sucio, con derrame de líquidos y plantas macheteadas, todo muy descuidado.
Teresa Marchetti
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