Ayer miraba un paisaje común en nuestras vidas: dos niños de jardín de infantes jugaban lejos de la mirada inadvertida de dos madres distraídas. Pero con una particularidad: el juego consistía en juntar palos secos de un poco de leña amontonada cerca del cordón de la calle y arrojarla en la vereda, obstaculizando el paso de los transeúntes. Obviamente, lo hacían sin mala intención; simplemente jugaban. Al verlos, me vino a la memoria la siguiente reflexión: así crecemos, como niños sin guía, sin consejo, sin frenos, y muchas veces sin una mirada educativa siquiera. Así nos hacemos adolescentes, cursamos la juventud y la adultez, y vamos camino a la vejez sin haber desarrollado la mayoría del aprendizaje y el conocimiento de lo que somos capaces en la vida. La mayoría de nosotros llegamos a viejos con el máximo del 70% de nuestra capacidad individual desarrollada, y de menos del 50% social. Estos son porcentajes que se me ocurren, de acuerdo a lo que fue mi historia personal, la de muchos conocidos míos y mi edad (65). En vistas al futuro, mirando la generación de jóvenes y adolescentes actuales, me parece que los porcentajes son mucho más bajos. Viene a mi memoria, también, un cuadro muy famoso en los años 70, en el cual se presentaba a un niño preguntando: “¿Qué mundo me estás preparando?”

Daniel E. Chavez 

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