Casi pensaría que estamos muy cerca del fin de los tiempos, por las señales que indican que todo está patas para arriba… ¿Cómo se explica que en un país donde la mayoría de su población que se dice cristiana o católica, que venga un candidato a presidente, diga barbaridades del Papa Francisco (un santo en vida) y sólo se pronuncie un grupo de curas? Los curitas mal llamados villeros, al solo efecto del bajarles el precio a su tarea evangelizadora en territorio donde pocos laicos y curas no nos animamos a entrar y si lo hacen es para hacer caridad, no para predicar que es posible un mundo mejor, donde las oportunidades no dependan del lugar que te tocó nacer. ¿Qué dijo o qué hizo al respecto de los insultos gratis e impunes que dijo este señor, la Iglesia Tucumana? ¿Qué grupo de jóvenes católicos salió a defender por lo menos la investidura del Papa (no digo que lo quieran y lo escuchen) ya que a Francisco creen insultarlo porque sería peronista? El hombre importante vuelto a candidato de la antipolítica, entre otras barbaridades le dijo comunista. Patas para arriba, si los que la pasan mal ya hace ocho años claro que tienen que estar enojados y los entiendo; ahora, a los que les va bien y muy bien, les preguntemos cuál es el techo de su bienestar. En nuestra sociedad no existe la división de clases; hay ricos, sectores medios (comenzaron a surgir en los 50) con matices según los tiempos, pobres también con matices bien diferenciados unos de otros. ¿Todo esto es normal? No, no lo es, si creemos que solo hay una sola clase de hombres y mujeres, en una sociedad o comunidad organizada, ¿cuál es esa clase? ¿Los que trabajan, cómo logramos esta armonía única, unida entre diferentes? Primero los que la levantan en pala deben tener un techo, el cual debiera ser digno, no obsceno y a cielo abierto. La renta, cualquiera sea su origen, hablando sólo del campo de la producción (industrial, agropecuaria y tecnológica), de la distribución, de los servicios y del consumo, debe ser el 50% para el capital y el 50% restante para el trabajo, por lo que el problema no es ideológico, es de puja redistributiva; redistribuir las riquezas y oportunidades, en dos palabras: justicia social, principio y fin por el cual Jesús (volviendo a lo religioso y en particular al Papa Francisco) vino al mundo.

Ángel Salvador Logusso 

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