Meredith L. Chivers, sexóloga, psicóloga clínica y profesora de la Queen's University en Kingston, de Ontario (Canadá), es una prestigiosa experta en el estudio de la llamada “concordancia sexual”. Es decir, del grado de correspondencia entre la respuesta fisiológica de nuestros genitales y la experiencia subjetiva de sentirnos excitadas/os (o no). Porque nuestro cuerpo puede reaccionar a estímulos aunque la mente no los interprete ni experimente como excitantes, ni sea consciente de ello. En efecto, por lo general, la excitación física y la excitación mental están íntimamente relacionadas, “alineadas”. Pero también es posible que una persona se sienta mentalmente excitada y sus genitales, sin embargo, no reaccionen. O que se produzca una respuesta genital sin que haya una sensación subjetiva de excitación.

En sus investigaciones, Chivers les muestra diferentes estímulos eróticos y neutros a hombres y mujeres y, con ciertos aparatos y técnicas, mide los cambios en el volumen de sus genitales. Luego les realiza un interrogatorio acerca de cuán excitados/as se sintieron. Al parecer, es notable cómo en los hombres las respuestas y los cambios físicos suelen estar muy bien correlacionados. Mientras que, entre las mujeres, se presenta una gran diversidad: en algunas hay concordancia, pero en muchas otras la misma resulta sorprendentemente baja.

En ese sentido, la investigadora asegura que “la falta de concordancia sexual en mujeres se empezó a observar ya a finales de los 70, y ha sido confirmada en multitud de ocasiones con independencia del tipo de estímulos eróticos utilizados”.

De hecho, revisiones de exámenes médicos de mujeres agredidas sexualmente, comprobaron que en efecto muchas presentan lubricación vaginal, aumento del flujo sanguíneo en sus genitales y hasta reconocen haber experimentado placer físico contra su voluntad, llegando en algunos casos a tener un orgasmo. Situación que suele generar confusión y sentimientos de culpa que se suman al trauma de lo vivido.

Involuntario

Sin embargo -algo ya ampliamente aceptado por la comunidad de investigadores en sexualidad- se trata de una reacción absolutamente involuntaria del cuerpo, ya que existen ciertos mecanismos fisiológicos que ocasionan la excitación física y el orgasmo a la manera de un acto reflejo. Es decir, sin permiso consciente, sin consentimiento alguno. Al respecto, la sexóloga canadiense planteó la hipótesis de que la lubricación vaginal, por ejemplo, podría estar relacionada no sólo con el deseo y la excitación sexual, sino que también obedecería a un sistema separado, evolutivo y adaptativo, que protege a las mujeres del daño causado por la violencia sexual.

Pero atención: la falta de concordancia en las mujeres no se explica únicamente porque en los hombres sea más fácil identificar un principio de erección y asociarlo a la sensación de excitación (mientras que algunas mujeres advierten que están lubricadas recién al tocarse). Aunque es evidente que este factor influye, no sería la única explicación.

Se ha indagado qué factores podrían condicionar a muchas mujeres en este sentido: Chivers sostiene que la edad y el estado civil no gravitan, aunque una buena concordancia sí estaría asociada a un mayor nivel educativo y frecuencia de masturbación, y también a índices más altos de satisfacción sexual.

Por otra parte, las mujeres que acostumbran meditar o que practican técnicas de relajación suelen desarrollar mayor concordancia, lo cual es algo bueno, porque quiere decir que se trata de una toma de conciencia que puede ser entrenada.