Qué lindo que es el deporte argentino. Qué lindo es su espíritu de superación. Y no sólo a la hora de un triunfo, como el que Los Pumas lograron ante Gales para instalarse en las semifinales del Mundial de Rugby que se está jugando en Francia. Lo de lindo encaja en este caso, y en otros. Esto, sin olvidar toda circunstancia adversa, toda complicación que tiene la actividad para poder crecer, toda piedra que la economía o las pobres políticas existentes le ponen para permitirle desarrollarse.
En nuestro deporte hay un plus que lo hace destacarse ante el mundo, y que emociona. Porque en cada deportista de nuestro país, que representa a la bandera celeste y blanca, hay un corazón gigante. Un espíritu de lucha que conmueve e invita a ser imitado en todas las actividades que afrontamos día a día.
Lo de la épica de Los Pumas en Marsella invita por estas horas a la ilusión, al ya famoso “elijo creer” que se impuso entre los fanáticos del deporte cuando en aquel diciembre de 2022, en Qatar, la Selección de fútbol lo impuso como un concepto. Ese que hoy forma parte casi de una arenga personal en cualquier tarea dificultosa o de incierto resultado que cualquiera emprende.
Puede sonar a conformismo pensar que haber llegado a semifinales es misión cumplida para el seleccionado de rugby. Aunque el rival por venir, Nueva Zelanda, tiene sus pergaminos y respetarlo será una premisa para los jugadores y el cuerpo técnico, se puede más. Y lo que es mejor, hay con qué. Sin dudas lo hecho hasta aquí ya tiene un lugar en la historia del deporte nacional, eso no se puede negar. Sigue una tradición, la de nuestros deportistas dando muestras a lo largo de la historia de coraje, de fortaleza, de actitud.
Esos son atributos que se ven de manera frecuente, ya sea en los deportistas profesionales o en los amateurs, cuando deben calzarse la camiseta celeste y blanca. Es cierto que, pese a ello, no todos logran sus objetivos. Es cierto que muchos se estrellan contra realidades imposibles de vencer. Pero también es cierto que aún bajo estas circunstancias, hay mérito en nuestros deportistas, al entregar hasta la última gota de sudor, entendiendo que competir frente a frente jamás puede negociarse.
Que la cultura de lo inmediato, lo fácil, lo especulativo, lo inmoral, lo desleal, lo deshonesto, no nos supere. Que la orientación hacia el aprendizaje y la mejora permanente nos desafíe. En tiempos en los que el esfuerzo y el sacrificio que hacemos millones de argentinos día a día no transita un buen momento, el deporte nos pone un espejo para que tratemos de imitarlo.