Osvaldo Jaldo cumple hoy una semana como gobernador. Una semana desde que ocupa el puesto máximo al que siempre aspiró. Ese mediodía de la jura en el Teatro San Martín se convirtió formalmente también en el conductor político del justicialismo provincial, tal como marca la costumbre de su partido. Entre la elección (en junio) y la asunción, el tranqueño comenzó un proceso de construcción de poder y de liderazgo diferente al que había emprendido durante los últimos 40 años, en los que ocupó prácticamente todos los cargos electivos posibles en Tucumán. Durante estos días, quedaron algunas pistas de cómo sería el estilo de esa conducción.
Las coyunturas son clave y condicionan el desarrollo de esta etapa inicial. En cuanto a la nacional, el nuevo mandatario arranca su Gobierno en plena ebullición: en menos de dos semanas se definirá el próximo Presidente, mediante el balotaje entre Javier Milei (La Libertad Avanza) y Sergio Massa (Unión por la Patria). Jaldo se puso el proselitismo al hombro. Como jefe de la campaña, en las ceremonias en las que puso en funciones a los intendentes y comisionados, arengó y recordó a la dirigencia que todos deben trabajar para que el ministro de Economía de la Nación sea electo el domingo 19. La otra alternativa, afirma, pondría en serias dificultades a la Provincia y, por lo tanto, también a todos ellos. Los comicios se vienen desarrollando en el contexto de una profunda crisis económica y con indicadores sociales más que alarmantes. Más allá de quién se imponga en las urnas, el país está en ascuas por los tiempos que vienen y es vox pópuli que costará salir de la situación actual. En cuanto a la provincial, en el Ejecutivo advierten que Tucumán “no es una isla” y que la realidad es delicada. A esto se suma la demora lógica para ponerse en marcha que implica recambio institucional.
1- Política de gestión
La primera semana de Jaldo arrancó con cuatro días de trabajo (por el asueto del jueves) y con una seguidilla de actos de asunción. El ritmo que tendrá su Gobierno, sin embargo, quedó claro. Jaldo está convencido de que la mejor política que puede hacer es la gestión (mas no la única). Cree que es clave para tratar de revertir la percepción social en relación a la clase política. La impronta de ejecutividad se dio por hechos que fueron desde citar a sus ministros a las 7; enviar de una vez 30 pliegos a la Legislatura para cubrir vacantes judiciales (estiman que la veintena que queda será remitida durante noviembre); reunirse con empresarios para destrabar la llegada de combustible hasta tratar la problemática del transporte con la intendenta capitalina Rossana Chahla y recortar el organigrama del Estado.
Para esta semana quedan las asunciones de los directores y de algunos intendentes. El martes, en tanto, visitará la provincia la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Victoria Tolosa Paz. La agenda seguirá siendo vertiginosa.
Jaldo también se abocó en estos días al pago de salarios. De acuerdo trascendió habría mantenido una conversación el jueves con Massa, preocupado por la cuestión financiera y económica. El tigrense, con el que tendió puentes personales, se habría comprometido a enviar dinero y habría cumplido. El destino: compromisos salariales venideros y pendientes de la gestión Manzur.
El mandatario intuiría que los tiempos de gracia que usualmente podía tener antes un gobierno al asumir se acortaron y que la ciudadanía no tendrá demasiada paciencia.
2- El “osvaldismo”: mensajes para adentro y afuera
A juzgar por sus acciones, Jaldo pretende dejar atrás el jaldismo y emprender el “osvaldismo”, un frente político más amplio. Consideraría importante refundar su espacio y su entorno. El debut como conductor fue con señales fuertes, para adentro y para afuera, con pragmatismo. En el jaldismo quedó en claro que nadie tiene asegurado nada. Se alejó relativamente de parte de quienes lo respaldaron en la interna y pudo cerrar alianzas con el PJS (alfarismo), Libres del Sur y con una porción del radicalismo. Que ubicara en lugares importantes a otrora opositores y que mantuviera en el equipo a nombres vinculados al manzurismo cayó como un balde con hielo sobre alguna facción que le responde. Dicen que no lo vieron venir.
Las inclusiones de extrapartidarios que más ruido generaron fueron las de Federico Masso (Libres del Sur, ministro de Desarrollo Social) y José Ricardo Ascárate (radical, secretario de Energía). Mientras que los puestos para Carlos “Alito” Assán y Armando Cortalezzi cayeron peor, porque en las huestes jaldistas no les perdonan que hayan, a su entender,“traicionado” a Jaldo en la interna contra el manzurismo. Destacan, en otro escalón de menos gravedad, el acuerdo legislativo con Sergio Mansilla, un dirigente fundamental en el Oeste, y que quedó como subrogante, es decir, tercero en la línea sucesoria tras el vicegobernador Miguel Acevedo. Mientras, la tregua con el PJS dejó boquiabiertos -y furiosos- a propios y ajenos.
El ex vicegobernador asumió el riesgo de dejar heridos, celosos y disgustados. En su entorno próximo remarcaron que “ganar elecciones no da derechos”, sino que exige “compromisos” y que es imposible cubrir las expectativas de todos a la hora de gobernar. “Es un Jaldo que parece más maduro. Sabe cuál peronismo sirve para gobernar y cuál para confrontar. Lo aplicó con los otros y con los suyos”, reflexionó un justicialista que mira la situación desde la distancia.
¿Por qué tomó este camino? Dirigentes de trayectoria del PJ entienden que la jugada es lógica. Explicaron que si gana Massa, el peronismo tucumano podría dividirse nuevamente, porque Manzur tendría un acuerdo con Massa y esto implicaría que volvería a tener más poder. Ante esta posibilidad, Jaldo habría buscado “blindarse” con aliados de otras fuerzas. “Se vienen momentos difíciles y no puede tener partidos afuera que le estén tirando piedras a su gestión”, detalló un peronista entendido en el asunto. Ahora, si el próximo presidente es Milei, añadió la misma fuente, todos tendrán que ser “osvaldistas”.
Qué alcance tiene el pacto con el alfarismo? En las cercanías del ex intendente afirman que, por el momento, no implica nada más que los espacios en la mesa de conducción. Por el momento. Sería como una especie de ensayo, que puede evolucionar o no, aseguran. Hubo algunos indicios, sostienen ellos, de que no implicaría dejar la oposición. Por un lado, la senadora Beatriz Ávila -el cargo de mayor preponderancia del alfarismo- no concurrió a la reunión Jaldo-Alfaro en la Legislatura, Por el otro, el legislador Alfredo Toscano (PJS), que quedó como vicepresidente segundo de la Legislatura, emitió un comunicado contra Milei, pero no habría accedido a sacarse una foto con Massa en su paso por Tucumán, tal como sugería algún sector manzurista.
¿Qué implica el acuerdo con algunos radicales? En el caso de los tres intendentes, afirman que gobernabilidad. Las paredes de la Gobernación escuchan y cuentan que durante las reuniones que mantuvieron los jefes municipales con Jaldo se habló de política y del panorama nacional.
También habrían abordado cómo será la relación financiera una vez que se extinga el Pacto Social. De acuerdo con diversas fuentes, la idea es desendeudar a las administraciones refinanciando y arrancar el nuevo sistema. En el Ministerio del Interior estarían terminando las planillas con lo que debe de cada Municipio ¿Qué pasó con las denuncias? En el oficialismo no creen que prosperen y consideran que se trató sólo de pirotecnia electoral.
En la Casa de Gobierno están convencidos de que ni el alfarismo ni el radicalismo con el que dialogan trabajarán en la campaña para Massa, pero tampoco lo harían para Milei.
Por otro lado, el proceso de elección de las autoridades de los diferentes Concejos Deliberantes dejó un saldo positivo para el Ejecutivo, dado que en su mayoría las presidencias o vicepresidencias quedaron para dirigentes afines a Jaldo. Hombre del interior, el conductor conoce la relevancia de contar con esos espacios en épocas de dificultades, si es que hay internas o si algún intendente es díscolo.
3- “Rienda corta”
Los dirigentes refieren a la exigencia que Jaldo les imprime y que pretende tener la “rienda corta” en cuanto a su gestión. Lo caracterizan como desconfiado, disciplinado, trabajador y visceral. Afirman que pide estar al tanto de todo y que no le gusta tener sorpresas. Así como se ocupó personalmente del armado del Gabinete, lo mismo sucedería con los asuntos más importantes. Además, repetiría en las reuniones que quiere hacer las cosas de manera distinta, ofrecer un Gobierno de soluciones inmediatas para los ciudadanos. “Quiere gobernar bien, no quiere que lo equiparen ni con Alperovich ni con Manzur. Quiere demostrar con acciones que está dispuesto a ser diferente. Es un ‘animal político’ que está leyendo los cambios sociales”, afirmó un miembro de su equipo.
La configuración de Jaldo como conductor político del peronismo local está en su génesis. Algunas de las claves que se pudieron entrever por ahora son que apostará a hacer política con la gestión; que apostará a armar el “osvaldismo” y que buscará mantener un liderazgo amplio de “rienda corta” para lograr sus objetivos ¿Podrá? Todo está por constituirse y por verse.