Ricardo Cohen - Licenciado en Ciencas Sociales. Obsertador electoral de la OEA (1995-2009)

El decir del portavoz de Hamas me inspiró estas líneas. La segunda guerra mundial fue una enseñanza a la humanidad, en cuanto al límite que puede llegar la barbarie humana, tristemente llego a la conclusión que ese tiempo fue tan solo un capítulo de una historia sin fin. La condena al pueblo judío está vigente y no se le perdona su identidad y derecho a su reconocimiento. En el inconsciente colectivo antisemita la condición del judío es la de “errante” y conspirador, leyenda antijudía medieval que sumado al deicidio, perfila una figura perfecta de ser odiada y rechazada.

Esta condición trató de ser revertida a partir de mediados de 1800, cuando una corriente revisionista judía empieza a deconstruir este concepto y el de la sumisión religiosa (Kidush Hashem), a través del pensamiento socio-político del sionismo como movimiento de liberación nacional y social del pueblo judío, qué pensó al pueblo judío como un pueblo normalizado en su territorio natural, a desarrollar. Obviamente ese territorio es el que le correspondía histórica y políticamente. Es un territorio en el que durante 2.000 años de diáspora permanecieron judíos coexistiendo con otros pueblos, zona que pasó por muchos dominios, dejando sus improntas.

En el siglo XX, la situación del pueblo judío, tuvo un encrucijada constitutiva, desaparecer o refundarse y lo que surgió no fue desde lo místico-religioso, sino desde lo socio-político. Mostrando al mundo necesidad de autovaloración, ya que para el concierto de las naciones la cuestión judía era una molestia, con este antecedente se inició el camino hacia el fortalecimiento de la conciencia nacional judía, que solo podría concretarse con la creación de un Estado.

La aparición de judíos en Palestina (llamada así por el dominio inglés sin ninguna correlación histórica con los filisteos) (1) se produce en el contexto de una desesperación terminal. Se debe tener en cuenta que miles de judíos escapados de las matanzas, deambularon por los mares de muchas naciones sin ser recibidos y retornados a la muerte, los que llegaron se establecieron en perfecta armonía con todos los habitantes de ese suelo, siendo tan palestinos como los árabes. Tan es así, que en el mundo y en Tucumán también, se realizaban eventos recaudatorios para enviar fondos a Palestina, el Hogar Nacional Judío como también se lo denominaba.

¿Por qué se le niega al pueblo judío el derecho a existir en un territorio propio? Creo lamentablemente que parte de la respuesta está en el Islam y en sus interpretadores fundamentalistas. En este sentido existe un enfrentamiento con organizaciones fundamentalistas extremistas que creen en la guerra santa y que tienen el mandato de matar al infiel. En consecuencia, mientras estos grupos estén activos los pueblos seguirán sufriendo sus consecuencias.

Se puede explicar largamente por qué se llegó a esto, cuáles fueron los errores cometidos por los gobiernos de Israel u otros, cuestiones claramente debatibles, pero todo se derrumba cuando se escucha la voz del portavoz de Hamas que declama una permanente y vitalicia guerra santa; es la cruzada musulmana en contra de los infieles, regresamos a la Edad Media de los cruzados católicos. Hay quienes sostienen que la sustentabilidad del Estado de Israel es inviable. Lo que se debe considerar inviable es la manifestación de furia homicida que interfiere el desarrollo de los pueblos.

(1) La Federación filistea perdió su autonomía tras la conquista asiria. Nabucodonosor II devastó su territorio en el 604 AC. No existió nunca más poblamiento filisteo alguno.