Los cuidadores de una sociedad protectora de animales se mostraron preocupados en los últimos meses por la situación de Arizona. La perra lleva más de dos años en el refugio que le dio asilo tras ser rescatada, pero su pasado siembra el miedo entre los potenciales adoptantes.
Aunque sus compañeros del centro de cuidado de animales llegan y encuentran relativamente rápido un nuevo hogar, la situación no se replica para Arizona. La perra fue sacada de las calles de Chattanooga, Tennesse en febrero de 2011 y llegó al refugio Humane Educational Society (HES).
La historia de Arizona: la perrita que no consigue familia
Tal vez el pasado de Arizona es el que la condena a seguir con el refugio como casa permanente. Es que esta perrita, mezcla de bóxer y pitbull, no solo guarda un tamaño y aspecto imponentes, sino que también cuenta con una historia de agresiones que la llevaron a que se aplicara un entrenamiento particular para domesticarla.
Cuando Arizona llegó al HES, sus cuidadores no podían dejarla sola y libre, ni entre personas, ni entre sus demás compañeros rescatados. Su comportamiento estaba lleno de impulsos agresivos por lo que su readaptación tomó meses. Acostumbrada a vivir en la calle, la agresión era su principal defensa.
Pese al peligro que representaba o, quizás impulsados por ese motivo, sus rescatistas tuvieron toda la paciencia necesaria con ella y la acompañaron con un entrenamiento para neutralizar sus impulsos. Así, lograron que pudiera convivir pacíficamente con otros animales.
Pero el amor y dedicación que los rescatistas pusieron en entrenar a Arizona, ni el tiempo que le tomó adoptar un nuevo comportamiento fueron suficientes. Días atrás, los cuidadores decidieron celebrar sus 1000 días de ser una perrita rescatada. Prepararon un enorme postre para compartir y se lo sirvieron.
Aunque los cuidados no le faltan, Arizona sigue esperando una familia que se atreva a adoptarla para darle el mismo amor que le dieron en el refugio desde su llegada.