En los últimos años, la salud mental fue perdiendo el mote de “tabú”. En la sociedad en general, pero principalmente en el deporte un ámbito en el que, históricamente, fue un tema a esquivar. Pese a que todavía para muchos deportistas blanquear que asiste a terapia parece ser un sinónimo de debilidad, cada vez son más los que se animan a hablar en público sobre situaciones personales complicadas.
El tema no es nuevo. En una reciente entrevista con LA GACETA, el ex arquero de San Martín, Juan Maguna, recordó el partido contra Atlético Concepción en junio de 1986, en el que cometió dos errores que derivaron en la derrota y eliminación del “santo” en un duelo que definía la clasificación al primer Nacional B de la historia.
En medio de ese duelo, Maguna abandonó la cancha y nunca más volvió a jugar al fútbol. “En aquel momento sentí que por mí culpa San Martín iba a perder la clasificación, y eso me puso mal. Decidí irme, mis compañeros no me dejaban… El doctor (Luis) Semrik intentó consolarme y hacerme cambiar de opinión, pero no. Quería irme a mi casa y terminar con todo”, expresó Maguna, dejado en claro lo que puede llegar a generar la presión si no se la maneja.
En los últimos días, algunas declaraciones públicas volvieron a ubicar la temática en el centro de la escena. Javier Mascherano, DT de la Selección Sub-23, aseguró que jugar en el fútbol de elite “enferma”. “Jugás un deporte colectivo, pero competís individualmente porque detrás tuyo hay una fila muy larga de jugadores que quiere tu lugar. Entonces no te podés descuidar nunca. Si te pasás de rosca, enferma”, sentenció.
Por su parte, el ex futbolista español Zuhaitz Gurrutxaga lanzó recientemente su autobiografía “Subcampeón”, en la que reconoce que cumplir el sueño de debutar en el primer equipo de Real Sociedad le arruinó la vida. El futbolista cuenta el trastorno obsesivo compulsivo que sufrió y que lo llevó a tener que dejar la elite del fútbol español y jugar en categorías menores para reencontrarse con la felicidad. “La gente me conoce y empieza a exigirme cosas. Piensan que voy a ser un defensa central de la Real durante 10 años o que incluso puedo llegar a ser una leyenda. O eso era lo que yo sentía en aquel momento. Cumplir ese sueño me arruinó la vida porque no fui capaz de gestionar aquella presión o responsabilidad que yo mismo sentía sobre mis hombros”, detalló.
Estas experiencias evidencian, una vez más, la presión que recae sobre los deportistas en general, y quizás más especialmente en los futbolistas, por la trascendencia que tiene la disciplina. Ahora bien, ¿cómo se puede manejar la presión en este nivel?
“Lo que tenemos que tomar en cuenta es que cada caso debe ser analizado de manera particular. Al deportista tiene que gustarle de algún modo el trabajo del autorreconocimiento interno. Debe saber cómo están sus habilidades mentales: el manejo de ansiedad, de las energías, cómo son sus niveles de concentración, cómo es el manejo de las presiones”, explicó Diego Vargas, psicólogo deportivo. Un primer paso, entonces, es que el propio deportista tenga la iniciativa y la capacidad de hacer un análisis propio.
Algo similar sostuvo Ignacio Bossi, coach ontológico especializado en deporte. “Cada deportista debe analizar cómo se vincula con los distintos componentes de la presión y qué le provoca. No hay otra solución en el tema de la presión que no sea el autoconocimiento”, subrayó.
Ambos coincidieron, además, en que cada caso individual debe ser analizado de manera particular. “Hay que encontrar un punto entre la apatía y sentir la presión al extremo. Ese punto, en cada persona, está en un lugar diferente. Hay cosas que a ciertas personas les generan presión y a otras les generan entusiasmo”, indicó Bossi.
Un punto intermedio, lo que no implica no sentir presión, es algo sencillamente imposible. De hecho, tampoco es recomendable. Al menos, así lo plantea Vargas. “Sin ansiedad competitiva, no podríamos enfrentar un torneo. Al no hacer un verdadero autorreconocimiento interno, lo que tratan de hacer muchas personas es evadir la ansiedad. No tenés que evadirla, tenés que conocerla, identificarla. Algunas se elaboran, algunas desaparecen, pero el objetivo no es desaparecer la ansiedad, sino sobrellevar la ansiedad competitiva”, apuntaló el psicólogo, quien aseguró que intentar eliminarla termina siendo contraproducente. “Cuando quiero eliminar esa ansiedad, lo que estoy haciendo es acrecentarla. Y al concentrarme tanto en esto, termino disfrutando menos del deporte”, agregó.
Entonces, queda claro, es importante aceptar la presión del lado del deportista, para aprender a sobrellevarla. Claro está que, en una sociedad resultadista como lo es la argentina, en el deporte en particular pero en la vida en general, no es nada sencillo. Al punto tal de que, por las exigencias de terceros, los deportistas terminan muchas veces sufriendo más que disfrutando el deporte.
“No hay lugar para el disfrute: solamente lugar para el resultado. Hay futbolistas que en sus vacaciones no juegan ni un fútbol 5 con amigos. Es como si fuera que el deportista, presionado y sin disfrute, al fin y al cabo se hace cargo hasta de los deseos del otro pero no se puede hacerse cargo de su deseo, del disfrute que a él le daba meter un punto, un gol”, resaltó Vargas, que utilizó el caso de Lionel Messi para ejemplificar que se puede disfrutar y rendir en el deporte. “Lo que tiene Messi es que él ama el fútbol. Está descansando, pero agarra una pelota y juega, en el patio de su casa, o en el lugar que alquile. Eso es porque mantiene la pasión. Messi disfruta el fútbol y después gana. Entonces, la profesionalización no va por separado del disfrute”, afirmó. De todas formas, también postuló que es importante poder escuchar sólo lo que es necesario. “Hay que aprender a tomar tal cual las cosas que el otro dice”.
Como otra vía para descomprimir, Vargas resaltó la importancia de que los deportistas encuentren otros “canales de ingreso” para su vida. De esta forma, no pasan a depender del deporte totalmente, y la presión puede resultar menos abrumadora. “Tenemos el caso de Paula Pareto que tenía su equipo de sponsors, su título de traumatóloga y por lo tanto tuvo que estudiar medicina. Ahora es deportóloga; entonces tenía otros canales”, manifestó. “No es que no tenemos que sentir la presión, hay que aprender a interpretarla. No existe la competencia sin presión y sin disfrute. No podés tener óptimo rendimiento sin presión y sin disfrute, las dos cosas van de la mano”, concluyó Vargas.
Bossi, por su parte, reiteró la importancia de aprender a manejar la presión y las emociones y planteó que los psicólogos y coach deportivos tienen un desafío complejo por delante. “Está no solamente en poder ofrecer en esos espacios, sino también en que las personas que participan de esto se abran a lo que implica hablar sobre lo que nos pasa, sobre los miedos que tenemos. En el fondo, todas son cuestiones de miedos y de trabas”, reflexionó.
Por supuesto, hay distintos abordajes para afrontar la problemática de la presión. Sea la metodología que sea, está claro que hablar cada vez de manera más contundente (y menos dramática) sobre la salud mental y animarse a enfrentar esta problemática como sociedad y como individuos, es fundamental para el deporte. Claro, también para que la vida en general tenga más disfrute y menos sufrimiento.