En estos últimos 20 años de inflación vimos a muchos intocables conductores políticos y capitalistas del país enriquecerse despiadadamente mientras que los pobres laburantes entraban a ser indigentes trabajando más en negro que en blanco careciendo mucho de sus hijos las atenciones básicas de alimentos, salud y educación. Lo mismo ocurre con nosotros los descartados ancianos que andamos como ovejas sin pastor, mendigando en un país sin plata, dicho por el actual Presidente, cuando la naturaleza es rica con intelectos puros, sanos como la savia que estalla en los verdes tallos. Desde 1826 la historia económica del país comenzó con los préstamos internacionales afectando en los bolsillos de los más necesitados. Hoy se sacan préstamos para abonar hasta los intereses de deudas que no se pueden pagar. La verdad, parecemos un país de pícaros y de tontos. Tucumán para aliviarse de esta situación debería recurrir a su moneda propia como ya lo hizo en el siglo pasado entre la década del 80. Manejando con honestidad ayudaría a sobrevivir hasta recuperar la credibilidad del peso argentino. Caso contrario, seguiremos escuchando mañana y tarde el doblar de campanas repitiendo viejas coplas de sueños, esperanza carcomida por las avaricias de psicópatas y de caranchos.

Castaño Pedro Pablo
Calle Las Palmeras
Barrio Perón - Concepción