A mediados de 2015, cuando Manzur fue reelegido gobernador en elecciones escandalosamente fraudulentas que avergonzaron a Tucumán a nivel nacional, yo estaba protestando frente a la Casa de Gobierno cuando la represión de balas de goma y gas pimienta comenzó desde el interior mismo del edificio. Terminé con dos perdigonazos en el hombro y los ojos irritados. Que se rasgue las vestiduras quien quiera, pero lo cierto es que la gente protestaba contra un latrocinio electoral consumado. Digo esto en comparación con las manifestaciones recientes frente al Congreso Nacional por parte de la izquierda, La Cámpora y piqueteros varios, pretendiendo boicotear con “la protesta popular”, como abierta y desfachatadamente lo expresó la diputada Bregman, los proyectos de ley del gobierno de Milei, un presidente elegido en sufragios limpios de toda sospecha por el 56% de la población. Hasta Pichetto, un peronista, dijo en el recinto “dejen de jugar con cartas marcadas”. La doble vara es obscena. Y así sigue la Argentina en un derrotero zigzagueante de mediocridad perdurable.

Roberto Buffo 

rabuffo@hotmail.com