En este fogoso verano del 2024 florecieron las nonagésimas letras tangueras del Cambalache compaginadas al ritmo del 2x4, demostrándonos que aún seguimos “revolcaos” en un merengue lleno de libertinaje, corrupción e impunidad, mezclado entre disenso impredecible, salvándose quien pueda, quedando muchos con poco y unos pocos con mucho. Sobresale el capitalismo salvaje que arrasa con todo, disfrazado de fantasmas inflacionarios que destruyen la economía apoyada por funcionarios recaudadores. El ciudadano común espera que en los futuros consensos políticos los representantes legislativos no miren tantos números de contadores porque hasta los ceros se volvieron cómplices y sí miren la gran riqueza de nuestra madre tierra y su medio ambiente. Así como recuperar las leyes de producción del campo también deben luchar para que seamos más limpios, sacando provecho de los desechos orgánicos, ya sean líquidos o sólidos, aprovechándolos en combustible, gas, aceites, papel, aglomerado, abonos, etc. Aprovechar la energía eólica, la solar, el litio, el bagazo, etc. La explotación arbórea, previa reforestación, la herboristería, la piscicultura autóctona, el turismo controlado; cobrar peaje en las rutas nacionales, los mineraloductos, las redes eléctricas, las redes de gas; cuidar la extracción de árido clasificado de los ríos, la provisión de agua para riego y el uso en fábricas. La verdad, cuántas riquezas tiene nuestro bello mundo y no aprendimos a valorar y respetar.
Pedro Pablo Castaño
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