Aplaudo con entusiasmo la iniciativa de derogar la legalidad del aborto. Aquí no se trata de progresistas trasnochados(as) que vengan ahora a rasgarse las vestiduras, sino de poner en evidencia la espantosa realidad: el aborto es lisa y llanamente el asesinato de un ser inocente que no pidió nacer pero tampoco morir antes de nacer. Los embarazos no deseados, salvo los casos hiperespecíficos que la legislación argentina prevé ya desde la década de 1920, se evitan con educación y mejora del nivel de vida de la gente, no destruyendo al indefenso. Si bien esto me atañe como católico, es en realidad una cuestión mucho más biológica que religiosa: incumbe a la esencia misma del ser humano. Que haya un plebiscito y veamos qué resultado se obtiene, qué opina el pueblo argentino al respecto.
Roberto Buffo
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