En uno de los viajes de vuelta a su Tucumán natal Víctor Massuh se encontró con muchos amigos. Y con gente que se dispuso a participar de la conferencia que brindó en la Sociedad Siriolibanesa de la capital tucumana, en 1968. Y como siempre que se expresaba en lo suyo -la filosofía y sus innumerables facetas- lo hacía con una verba vital. Entusiasta.
A poco de editar Sudamericana su libro La libertad y la violencia (1968), Tucumán fue uno de los lugares donde dio a conocer la obra.
La filosofía y los distintos abordajes que Massuh suele elegir para sus conferencias lindan -y en modo sobresaliente- con lo social. De palabra elegante, de enfáticas afirmaciones en lo que considera necesario, muestra a un filósofo muy ligado a su tiempo y a las esperanzadas perspectivas que procura transmitir con su palabra.
Completada la conferencia, un grupo de personas le aguardaba para saludarlo. Fue entonces que me acerqué e intercambiamos algunas definiciones y conceptos sobre nuestro Tucumán. Y que le propuse considerara que nuestro país disponía de lo que en ese tiempo se denominada “producto no tradicional exportable”. Claro, catalogado como país eminentemente exportador de granos, carnes y sus derivados, cada vez que asomaban emprendimientos industriales poniendo el ojo en mercados del exterior se hablaba con insistencia y entusiasmo de esos productos “no tradicionales exportables”. Los que podrían colocarse –se entusiasmaban sus impulsores- en el mercado internacional. Así fuesen herramientas, dispositivos varios de ingeniería, productos químicos elaborados, golosinas o piezas de cerámica, entre otros.
Cuando muy joven imaginaba que los filósofos eran seres “distantes” y a la vez “cercanos”. Y con una capacidad de asombro -como la de los niños. Vengo a constatar que cuando se les plantea una situación concreta de la cotidianeidad sus respuestas suelen calar hasta el hueso del asunto. Contribuyen frecuentemente a que reelaboremos nuestra propia percepción del tema considerado.
Le sugerí entonces que considerara que Tucumán, particularmente, podría contribuir a la política de impulsar la promoción de un “producto no tradicional exportable”. Asombrado al principio, Massuh preguntó: “¿Qué producto?”
Obligado filósofo, lo sometí a sopesar la respuesta cuando dije: “la convivencia pacífica y constructiva entre árabes y judíos de la calle Maipú y sus zonas aledañas”. Imaginé que Massuh, como hijo de inmigrantes sirios, reaccionaria interesado. Con entusiasmo dijo que lo iba a pensar y difundir.
-Es muy cierto lo que dices sobre esa fructífera convivencia, concluyó.
Con el tiempo y las cruzadas referencias sobre este asunto que publiqué algunas veces y lo expresé además en mis programas de Radio Universidad, hay quienes hacen referencia a esa característica de un sector de la calle Maipú de nuestra ciudad como si fuera una expresión originaria de Massuh. Y me satisface que así lo piensen. Un valor agregado que respeto y valoro. Aunque mi amigo el médico y escritor Hugo Japaze, conocedor del tema, haya incluido el asunto en su cautivador libro de relatos de vida El cazador (2015) en “La Maipú”. Y con un breve epígrafe: un texto mío sobre un “producto no tradicional exportable”. Aunque bien pudo decir “De Duguech y Massuh”.
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Carlos Duguech – Escritor y analista internacional.