Por Flavio Mogetta
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Una masacre en Villa Farga, en una suerte de cul de sac contra el terraplén del Ferrocarril San Martín. Siete muertos. Un sobreviviente. Barriles vacíos que debían transportar pseudoefedrina. Carteles de narcotráfico mexicanos. Un bolso con millones de dólares. Esos son los elementos que elige combinar con precisión el juez federal Daniel Rafecas para crear Pinche, su primera novela, ficción con la que además recorre los pasillos de los tribunales.
Pinche está dedicada a su fallecido hermano Diego, realizador audiovisual de películas como Un buda o Paco, ya que “siempre conversábamos la posibilidad de que le trasmita de alguna manera una historia para que él pueda inspirarse para hacer un largometraje policial o de suspenso. A partir de esa relación, de ese vínculo con mi hermano, efectivamente fui con los años armando una trama, que iba a tener destino de guion de cine. Y cuando esa trama ya tenía comienzo, desarrollo y desenlace, él se nos fue en 2017”. Fue entonces que Rafecas decidió correrse del mentado guion cinematográfico para terminar de darle forma a la novela.
-Pinche sumerge al lector en la trama policial y, además, en un recorrido por los vericuetos de la justicia, los juzgados y los tribunales.
-Obviamente tiene que ver con mi oficio y tiene que ver con mi condición de que tengo 35 años de tribunales. Hay mucho de lo que uno ha vivido también porque la palabra pinche del título tiene que ver con el nombre que se le da al que desempeña el cargo más bajo en un juzgado o en una fiscalía; yo lo fui durante cinco años. Uno cuenta cosas que vivió y no solamente que vio.
-En medio de ese tour que uno realiza por los palacios de tribunales de repente el lector se ve sumergido, al igual que la jueza Fabiana Pazair, en una masacre. ¿Desde siempre tuviste en claro que la trama iba a estar vinculada a los carteles de narcotráfico mexicanos?
-No particularmente. Podían haber sido muchos otros temas que tienen que ver con lo policial o lo judicial. En este caso la trama de la novela fue para ese lado, a partir de que yo recuerdo que en un momento Argentina prohíbe la importación de pseudoefedrina, porque esa sustancia estaba siendo derivada a laboratorios de metanfetamina en México. Entonces me pareció que ese cambio drástico de un día para otro daba para una historia y así es como comienza. Por eso fue derivándose por ese lado.
-En la novela está el “Pinche”, pero sin embargo no es el único personaje sobre el que se centra la historia. Ofrece otros, dándole al relato un carácter polifónico.
-Tiene como una estructura coral con cuatro personajes centrales. Está el Pinche, la jueza, el investigador privado mexicano y el guardaespaldas mexicano que también lo traigo al centro de la escena y se va generando esa trama a partir de cómo cronológicamente va avanzando la historia. Un poco también como hacía mi hermano en las películas, que algunas también tenían esa estructura coral.
-Muchas veces se ha dicho que el género policial negro se transforma en una buena fotografía del momento social, político y económico en el que nace, de la sociedad en la que está inmerso.
-Puede ser un efecto no buscado. Sinceramente no tenía esa ambición, yo quería contar una historia. Los personajes se fueron desarrollando solos, como si cobraran vida y tomaran decisiones. Pero sí, como una cuestión secundaria está que detrás de las personas hay un momento dado de la sociedad. La novela está narrada en los 2010, y cronológicamente ocupa bastante tiempo, unos tres o cuatro años, y hay que ubicarse en ese en ese contexto.
-Pasan esos años en la narración, muchos se olvidan del caso, otros no y de repente se reactiva.
-Sí, como suele suceder. Traté de mostrar que por lo menos la jueza titular del juzgado nunca abandonó el caso. Una y otra vez volvía. Tiene otras urgencias pero, siempre cuando tiene tiempo, vuelve sobre ese caso inconcluso. Y después, por supuesto también el investigador privado. Hay una obsesión en los investigadores por resolver el asunto. Y está el orgullo profesional de ambos.
-Otra cuestión que salta en la novela es la importancia de ser un buen observador de la realidad o de lo que le toca ver.
-Sí, en eso a mí me gustó mucho tanto la novela, como la película, de Samanta Schweblin, Distancia de rescate, donde eso está permanentemente presente. La voz en off del chico que encabeza el relato y está siempre señalando esto, que hay que prestar atención a los detalles, que hay que estar siempre atento.
-En la trama, al margen de ese punto de partida pensado como guion cinematográfico, se atisban pinceladas de Hammett o Chandler. ¿Sos lector de policiales?
-Sí, claro, en eso el personaje Pinche tiene mucho de autorreferencial, con la lectura de los policiales y de Borges. Forma parte de mi acervo desde la adolescencia.
-Pensando en Borges, este Pinche va tratando de resolver su vida un poco como Erik Lönnrot en “La muerte y la brújula”, que lo terminan perdiendo a él sus lecturas de cuentos policiales.
-No quise construir un personaje borgeano en el personaje principal, pero sí tiene momentos borgeanos, como cuando estás frente a una decisión, quizás la más importante de su vida y es como que toda la vida se resume en un instante y eso está muy bien retratado en “Emma Zunz”. Como después, cuando contempla ese latifundio de soja y recuerda “Los dos reyes y los dos laberintos”. Tiene momentos borgeanos que he disfrutado mucho introducir y tiene también el anhelo de que quizás las nuevas generaciones a partir de esas citas quizás terminen después yendo a los libros del gran Borges.
-Después de la escritura de Pinche, ¿pensás seguir incursionando en la ficción?
-No tengo una respuesta concreta y precisa. Este proyecto me llevó 15 años y va a depender un poco también de las consecuencias de las derivas de la publicación de esta novela. Cómo le va a la novela. Cómo les va a los protagonistas. Después veremos. No tengo pensado por ahora continuar con este camino. Era un proyecto que está dedicado a mi hermano, siento que se lo debía él y estoy muy feliz que haya visto la luz. Pero me da la sensación de que es más una etapa aislada, que una continuidad.
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Perfil
Daniel Rafecas nació en Buenos Aires en 1967. Es doctor en Derecho Penal por la Universidad de Buenos Aires. Ha alternado las últimas décadas entre su actuación como juez penal y sus clases como profesor de la UBA en Teoría del Delito y Holocausto y Ciencias Penales. Publicó varios libros sobre Derecho y ha incursionado también en el ensayo histórico con Historia de la Solución Final (2012), donde analiza la trama de sucesos que precipitaron el Holocausto. Pinche es su primera novela.