Los tucumanos hemos asistido en estos días, con honda preocupación y sorpresa, a dos hechos de violencia juvenil que cobraron notoriedad en medios y en redes sociales. Uno en la Av. Aconquija, corazón mismo de Yerba Buena, a donde se convocaron jóvenes en un recital y en forma robo-piraña acometieron contra otros y les sustrajeron sus pertenencias y celulares en medio de la función. El segundo episodio, en pleno centro de la ciudad de San Miguel, fue un enfrentamiento entre alumnos de dos colegios que dirimieron sus rivalidades a patadas y puñetazos y a la vista de las personas que circulaban por el lugar. Pues bien, uno se pregunta como adulto: ¿Qué está sucediendo en nuestro Tucumán para que jóvenes hayan tomado ese camino de violencia?, ¿falló el hogar? ¿fallaron el colegio y sus educadores? ¿O es que es una sociedad que adolece de muchas fallas en muchos aspectos y este es solo uno más en ese contexto de decadencia educativa? En lo personal, creo que el tema merece un abordaje integral, serio y sincero. Y si bien no podemos dejar como autoridades y/o padres que los jóvenes hagan lo que quieran sin sufrir consecuencias, urge autointerpelarnos como sociedad y docentes y familias, analizar en profundidad porqué se ha llegado a este punto. Tal vez fue por tener una educación muy rígida años antes y haber pasado a una muy laxa y permisiva en la actualidad, es decir, haber ido de un extremo al otro. A lo mejor es un problema de índole cultural y ya ni en las casas ni en las escuelas se enseñan las normas de conducta y respeto como se hacía antes. ¿Es que el mal ejemplo de dirigentes, políticos y/o también influencers equivocados sería lo que incide que por redes llegue hasta nuestros hijos sin pasar por nuestro tamiz?, ¿padres ausentes?, ¿incapacidad para criar a los hijos? En fin, debiéramos analizar todas estas posibles causas para llegar a un buen diagnóstico y con él seguramente servirnos para abordar todo esto que hemos visualizado hoy y que, por ahora, no tuvo una consecuencia trágica. No permitamos que se transforme en una bola de nieve después más difícil de parar. El filósofo y educador Jaime Barylko decía tiempo atrás: “No hay recetas mágicas aplicables a todos los padres y todos los hijos. La fórmula para ayudar a crecer a los hijos es una sola: crecer con ellos. Y la clave para acceder a ellos es igualmente una: el amor responsable”.
Juan L. Marcotullio
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