Por Antonio Las Heras
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Indica el Diccionario de la Real Academia Española que grieta es “hendidura alargada que se hace en la tierra o en cualquier cuerpo sólido”. Agrega también que se trata de: “Hendidura poco profunda que se forma en la piel de diversas partes del cuerpo o en las membranas mucosas próximas a ella”.
En la Argentina, desde hace algunos años, el concepto de grieta - utilizado en forma coloquial - refiere a la separación, distancia o enfrentamiento -entre personas que tienen diferente forma de pensar- que ha llegado a un punto en que se hace imposible el diálogo. Por lo tanto, cada grupo está aislado en el sitio opuesto de la grieta, la cual aparece como frontera o línea divisoria.
Recorriendo la Historia de la Argentina, esta llamada grieta pareciera existir desde la fundación misma del país. Unitarios y federales es la más conocida y notoria. En la segunda mitad del siglo XX, fue peronistas y antiperonistas.
Investigando en lo legado por los escritores de nuestro país, habremos de hallar el mismo hilo conductor. La división, la imposibilidad de encuentro, la incapacidad de hacer cosas unidos aún con ideas distintas.
Esto puede advertirse claramente en La Vuelta de Martín Fierro, cuya primera edición data de 1879. Si bien pregona el recordado “los hermanos sean unidos, pues esa es la ley primera…” en el Canto 33, cuando Fierro se reúne con sus hijos el consejo que les brinda es que cada uno debe tomar un rumbo diferente. Unidos nada podrán hacer.
Leemos en la estrofa 1.175: “después a los cuatro vientos/ los cuatro se dirigieron;/ una promesa se hicieron/ que todos debían cumplir;/ mas no la puedo decir/ pues secreto prometieron”.
Aparecen aquí dos datos claves: uno es el hecho de dar por tierra lo de estar unidos, para separarse en soledad. El segundo es que existe un “secreto” que no ha de develarse. Precisamente, para poder mantenerse, la grieta requiere de secretos y de cierta tergiversación, lo que aparecerá en la estrofa siguiente. “Les alvierto solamente/ -y esto a ninguno le asombre,/ pues muchas veces el hombre/ tiene que hacer de ese modo-;/ convinieron entre todos/ en mudar allí de nombre”.
Cambiar de nombre simboliza negar un origen, buscar enmascararse para parecer quien uno no es. O sea, engañar. Algo que huele mucho a esta idea de grieta humana.
Esta imposibilidad de unir o, al menos, entramar, opuestos con la finalidad del logro de algo mejor tanto para la persona como para la comunidad toda, también se encuentra presente en Sobre Héroes y Tumbas, de Ernesto Sabato, cuya primera edición es de 1961.
No sólo en el hecho de la imposibilidad de la unión entre Martín (el protagonista) y Alejandra, de quien se ha enamorado. Queda la sospecha de que Alejandra muere en un incendio. Pero no hay certeza de que esto haya sido, realmente, así. Una vez más, la máscara, el engaño.
Martín queda solo. Y en esa soledad decide viajar a la Patagonia subiéndose a un camión cuyo chofer acepta trasladarlo.
De nuevo, la misma soledad que trasmiten los versos finales del Martín Fierro. Dirigirse hacia algún sitio sin siquiera conocer por qué a ese lugar y no a otro.
Esto mismo ya había sucedido en Don Segundo Sombra (1926), de Ricardo Güiraldes. La obra concluye con palabras de Fabio Cáceres, “El Reserito” (que es el real protagonista): “`Sombra`, me repetí. Después pensé casi violentamente en mi padre adoptivo. ¿Rezar? ¿Dejar sencillamente fluir mi tristeza? No sé cuántas cosas se amontonaron en mi soledad. Pero eran cosas que un hombre jamás confiesa…Centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos, di vuelta a mi caballo y, lentamente, me fui para las casas…Me fui, como quien se desangra”.
Aquí también aparece un secreto. “Esas cosas que un hombre jamás confiesa”. Y, a la vez, el dirigirse con un rumbo que no es el deseado conscientemente. La soledad, como única compañía.
Encontramos un ejemplo de esta “grieta” en el cuento de Julio Cortázar “La autopista del sur” (Todos los fuegos, el fuego, 1966). Se encuentran un hombre y una mujer y surge una situación, intensa y repentina, de amor entre ellos. Pero -una vez más por causas que les son ajenas- terminan distanciándose, para no volver a verse.
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Antonio Las Heras - Doctor en Psicología Social, magíster en Psicoanálisis, filósofo e historiador.