“La fe mueve montañas”. “El amor todo lo puede”. “La esperanza es lo último que se pierde”. Todas son frases hechas que solemos utilizar en cualquier conversación. Pero justamente, de tanto repetirlas, muchas veces pierden su real significado. Hasta que, de pronto, un hecho, un episodio, nos muestra otra vez la potencia de sus sentencias.
En el corazón de Las Talitas, en un predio que era literalmente un monte, surgió desde fines del año pasado un movimiento con un objetivo primordial: ayudar a jóvenes a salir de la droga. No es el primero de la provincia, ni mucho menos, pero la forma en la que trabajan, el empeño que ponen y, por sobre todo, los resultados que están obteniendo, lo hacen digno de admiración.
Quien se puso al frente de este sueño es el pastor Julio González, presidente de la Fundación Caminos de Esperanza y quien está al frente de la Iglesia Casa de Dios. y bautizó su sueño como “Hogar Nuevo Nacimiento”.
“Aquí, en el predio, no había nada. Sólo yuyos altísimos. Cuando lo vimos no creíamos que podíamos llegar a acondicionarlo. Pero nos pusimos a trabajar y hoy nuestro sueño es una realidad”, dice el hombre, emocionado hasta las lágrimas.
Es que junto a él hay hoy 13 jóvenes de entre 18 y 36 años que luchan todos los días por salir de lo que ellos mismos definen como un infierno. Tres de ellos no dudan Llegaron al hogar cuando ya no tenían nada más que hacer.
“Yo me quería morir. Ya no me importaba nada. Ni mi vida, ni mi familia, ni mis amigos. Nada, no quería más nada. Me quería morir”, repite uno de ellos mientras los otros asienten y relatan experiencias similares.
En el hogar encontraron contención, pudieron hablar y ser escuchados, nadie les hizo preguntas que no querían responder y, sobre todo, pudieron abrazar la fe. Allí tienen horarios estrictos, una rutina innegociable y un objetivo: encontrar de nuevo un rumbo para sus vidas. No hay ningún lujo y todo lo que tiene es fruto de su esfuerzo.
“Yo agarraba todo lo que había sobre la mesa y lo vendía para comprar droga. Estaba perdido. Hoy todo cambió. Puedo pensar en un futuro, mi familia me viene a visitar y ya no quiero saber nada con drogarme”, contó uno de ellos.
Pero la obra del pastor González tiene además un pilar importante que tiene que ver con su financiación, y con aportes periódicos que le permiten crecer. Y en todo esto, desde sus cimientos, estuvo involucrado el Ministerio Público Fiscal, pero desde los aportes que se realizan a partir de los bienes que se decomisan y secuestran en las causas de Narcomenudeo y en la que intervienen el Poder Judicial en su conjunto.
Y así como comenzó con cuatro paredes y un techo de chapa donde hay seis camas cuchetas, el pastor González quiere ir por más y ya comenzó la construcción de cuatro nuevas habitaciones para albergar a 40 jóvenes más. Esta obra está siendo construida por jóvenes que también luchan por salir de las adicciones y se encuentran cumpliendo trabajo comunitario en el marco de la comisión de algún delito menor.
Hace pocos días se dio una emotiva reunión en el Hogar. Hasta allí llegaron el titular del MPF, Edmundo Jiménez, quien había invitado al presidente de la Corte, Daniel Leiva, y al presidente del Tribunal de Cuentas, Miguel Terraf. Es que allí se entregaron materiales para continuar con la construcción y mercaderías. T
odo por un trabajo supervisado por los jueces del Colegio de Jueces Guido Buldurini y Guillermo Taylor y por el fiscal de Narcomenudeo José Sanjuán, junto al coordinador de Políticas Reparatorias del MPF Esteban Duhalde y su equipo Karina Peralta, Ximena Martinez y Luciana Lara.
Allí todos escucharon los testimonios de los jóvenes que intentan recuperarse, que estuvieron acompañados por familiares y por vecinos de la zona que también aportan lo que pueden.
“Yo les agradezco a todos por acompañarnos, y a la gente del Ministerio Público y de la Corte no sólo por ayudarnos con los materiales, sino por estar siempre para escucharnos. Eso para nosotros es fundamental”, dijo González abrazado a quienes ya considera sus hijos, los trece jóvenes que hoy están bajo tratamiento. Luego les mostró a las autoridades, orgulloso, el avance de las obras que se llevan adelante en el lugar.
En el hogar necesitan de todo. Allí hacen pan, pero les vendría bien materia prima, colchas, utensilios, colchones, materiales de construcción. Todo será bienvenido, teniendo en cuenta que quieren ampliar la capacidad en 40 jóvenes más. Ellos afirman que tienen una nueva oportunidad en la vida. Y no quieren desaprovecharla.