A lo largo de la historia la tuberculosis provocó estragos, acabando con poblados enteros en Europa y el mundo, y hoy sigue matando: 1,5 millones de personas por año mueren por ella en el planeta aproximadamente. Una de las enfermedades más antiguas que existen y que se estima que data de hace 15.000 a 20.000 años. Y fue a través de los siglos una gran segadora de vidas humanas puesto que hasta mediados del 1900 no se contaba con un tratamiento eficaz para ella. Se la conoció con múltiples acepciones: Tisis, Escrófula, Mal de Pott, o “Plaga Blanca”, y esto último por la palidez que provocaba. La pobreza, la desigualdad, la desnutrición, el hacinamiento y la falta de vivienda digna son con-causas de TBC. Pero también el trabajo precario, la marginalidad, la mala alimentación, el cansancio extremo son condiciones propicias para el progreso del mycobacterium de la tuberculosis. Por ello sigue siendo esta enfermedad un grave problema de salud pública en América y en el mundo. Está ocasionada por una bacteria: el Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch y este suele afectar a los pulmones, siendo propagado por el aire cuando una persona tose o expectora. Sus síntomas suelen ser: tos, fiebre, palidez, deterioro, etc. Y así fue como en plena Segunda Guerra Mundial (1943) en la Universidad de Rutgers de EEUU (¡Cuándo no!) el profesor de Microbiología Selman Waksman y el Dr. Albert Schatz, su discípulo, anunciaron que habían encontrado la solución al tratamiento de la TBC y la noticia fue que se había hecho un “descubrimiento monumental”. El 23/08/43 el Dr. Albert Schatz, en un laboratorio del sótano de la Universidad, logró aislar el mecanismo que permitió que el Actinomices griseus se convirtiera en un antibiótico al que llamaron Estreptomicina, y desde ese momento fue un antes y un después ya que tenía un efecto letal contra el bacilo de la tuberculosis. A lo largo de la historia, hubo muchos casos de personas famosas que murieron a causa de esta enfermedad y Simone Weil fue una de ellas: una proficua escritora, filósofa y activista política que no tuvo la suerte de contar todavía con una solución para su tuberculosis, y salvarse de ella. No la mató la Guerra Civil Española, donde ella combatió, ni murió luchando para la Resistencia Francesa en contra de la ocupación nazi de París. Falleció debido a una tuberculosis el 24/08/1943 a sus jóvenes 34 años. Fue una cruel coincidencia del destino ya que partió de este mundo solo un día después del descubrimiento de la estreptomicina, y que era su solución. Simone de Beauvoir, feminista y que fue la pareja de Jean Paul Sartre, fue condiscípula y amiga de Simone Weil, en la escuela, tuvo mayor suerte y sin padecer la enfermedad fallecería mucho tiempo después, en 1986. La TBC, hoy, es una enfermedad olvidada, en aumento y también subdiagnosticada. El ascenso del índice de pobreza en nuestro país nos coloca en un lugar de mayor riesgo de padecerla. Por ello, año a año, la OMS consagra el 24 de marzo como el Día Mundial de la Tuberculosis: para concientizar sobre el enorme significado de esta patología infecciosa. La OMS tiene como objetivo poner fin a la epidemia de tuberculosis para el año 2035: ¿lo logrará? Finalmente, diremos que Simone Weil no publicó en vida ninguno de sus libros y que fueron editados años después en forma póstuma. Pertenece a ella la siguiente frase: “una verdad es siempre la verdad de algo. La verdad es el esplendor de la realidad”.
Juan L. Marcotullio
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