“Vamos a revalorizar la región láctea. Buscamos además que estos alimentos lleguen a poblaciones que presentan altos requerimientos nutricionales, en especial niños y ancianos, por lo que vamos a necesitar los respaldos ministeriales que hagan falta”, adelantó la doctora en Bioquímica Martha Núñez en una nota publicada por LA GACETA en 2021. En ese momento la noticia contaba que investigadores de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) habían ganado en una convocatoria del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación un aporte de $12 millones para desarrollar un alimento nutritivo, elaborado a base de lactosuero (subproducto de la leche), que pueda servirles a personas con problemas nutricionales y de escasos recursos. La noticia de hoy es que ese proyecto concluyó con la creación de la bebida proteica bautizada “Tomy”.
La bebida nació en diciembre de 2023 y comenzó a probarse exitosamente, pero en el lapso en el que se desarrolló ocurrieron muchas cosas, una de ellas fue que la doctora Núñez se jubiló y que, aunque siguió como colaboradora, la dirección del proyecto fue asumida por la doctora en Bioquímica Romina Ross. Ambas dirigieron el laboratorio de la localidad de Benjamín Paz, Trancas, donde se gestó este alimento.
“El lactosuero es muy rico en proteínas de alto valor biológico, como lo es también la carne. El suero lácteo tiene siete de los aminoácidos necesarios para la nutrición y sin embargo las pequeñas industrias queseras de Trancas lo descartan”, explicó Ross en una entrevista con LA GACETA. La investigadora destacó el trabajo del equipo multidisciplinario que incluyó a profesionales de las ciencias de la salud, economistas e ingenieros, entre otros.
Tres objetivos
La especialista explicó que para elaborar 1 kilo de queso se necesitan 10 litros de leche y que como sobrante quedan nueve litros de suero lácteo, que es considerado un desecho para las pequeñas industrias, que no cuentan con la tecnología necesaria para aprovechar esta materia prima. Solo una pequeña parte de ese sobrante es utilizado como complemento de la alimentación del ganado y el resto se descarta en los afluentes fluviales de la zona, lo que causa daño ambiental.
“Justamente por la riqueza proteica que tiene es sumamente nutritivo para personas y animales, pero si se lo desecha daña el ecosistema”, advirtió Ross, que también es investigadora del Conicet y docente de la Unsta y de la UNT.
“Desde hace años veníamos estudiando el lactosuero con la doctora Núñez y veíamos cómo ese residuo de la industria quesera era oro en polvo desde lo nutricional. Nos planteamos desarrollar un alimento, pero también que esto sirviera para detener la contaminación y, en tercer lugar, que este desarrollo favoreciera a las industrias regionales. Creo que el círculo cerraba perfecto por tres flancos y por eso también conseguimos el apoyo de la Nación para poder avanzar con esta idea”, agregó.
Una bebida proteica con un ingrediente milenarioLa doctora Ross subrayó que con el aporte económico pudieron comprar el equipamiento necesarios para desarrollar el producto y que colateralmente beneficiaron a la industria frutícola. “Elaboramos una bebida cuyo principal ingrediente es el suero lácteo, agua y pulpa de frutas de la región: frutillas, arándanos y duraznos de los Valles. Probamos la aceptabilidad de la bebida entre el público y los resultados fueron muy positivos desde lo sensorial”, añadió.
El paso final
“Envasamos la bebida en botellas de 250 y de 500 mililitros, porque la idea es que sea de fácil acceso y consumo; claro que eso se puede adaptar a las necesidades, porque después de todo lo que queremos es llegar a los comedores y a las escuelas vulnerables. El objetivo es que se reemplace el jugo común por esta bebida proteica, que es mucho más nutritiva, por eso estamos en conversaciones con los Ministerios de Salud y de Desarrollo Social de la Provincia, porque creemos que esto será muy positivo para los chicos”, sostuvo la investigadora.
Agregó que necesitarán la ayuda de otras instituciones porque el laboratorio con el que cuentan alcanza solo para concretar una pequeña producción.
“Todos los investigadores tenemos el sueño de que nuestros proyectos no queden solo en una mesa de estudio, sino que se desarrollen, y gratamente llegamos a esa meta en diciembre, pero nos falta dar el paso final que es que la bebida llegue a los chicos más necesitados. Para eso necesitamos el apoyo de todos”, finalizó Ross, no sin antes destacar que continúan las investigaciones para determinar si la bebida puede tener impacto positivo en personas con ciertas enfermedades.