A medida que las personas cruzan la barrera de los 40 años, el cuerpo comienza a experimentar una serie de transformaciones, y el cerebro no es la excepción. Un estudio científico, llevado a cabo por la Universidad de Monash en Australia, reveló que el cerebro inicia una especie de "reconfiguración" interna, un proceso sorprendente que tiene profundas implicancias en la salud cognitiva.
Cambios en el cerebro a partir de los 40 años
La neurocientífica Sharna Jamadar, de la Universidad de Monash, explicó en BBC Mundo que "el cerebro, aunque apenas representa el 2% del cuerpo, consume el 20% de la glucosa que entra a nuestro organismo. Pero con la edad va perdiendo esa capacidad de absorber ese nutriente". Según Jamadar, "lo que hace el cerebro es una especie de reingeniería de sus sistemas para poder aprovechar de la mejor manera los nutrientes que ahora puede absorber".
Este proceso, de acuerdo con los científicos, es "radical" y tiene como consecuencia que distintas redes neuronales se vuelvan más integradas en los siguientes años, lo que genera efectos en el proceso cognitivo. Sorprendentemente, en algunos casos, este "recableado" logró crear una especie de resistencia al envejecimiento del cerebro.
Menor flexibilidad en el pensamiento
El análisis hecho por el equipo de la Universidad de Monash indica que a partir de los 40 años, los circuitos cerebrales cambian radicalmente. "Esto da como resultado un pensamiento menos flexible, una menor inhibición de la respuesta, y un razonamiento verbal y numérico reducido", advierte Jamadar. Esto se debe a que los circuitos se conectan más con las redes que manejan los temas generales y no los específicos, como ocurre en los años previos.
Manteniendo el cerebro saludable
Para mantener el cerebro saludable y resistente al paso del tiempo, se pueden tomar varias precauciones:
Dieta balanceada: consumir una dieta rica en nutrientes esenciales, como ácidos grasos omega-3, antioxidantes, y vitaminas del complejo B, puede ayudar a mantener la salud cerebral.
Ejercicio regular: la actividad física regular no solo mejora la salud cardiovascular, sino que también promueve el flujo sanguíneo al cerebro y puede estimular la neurogénesis.
Estimulación cognitiva: mantener el cerebro activo con actividades como la lectura, los rompecabezas y el aprendizaje de nuevas habilidades puede ayudar a preservar la función cognitiva.
Socialización: mantener relaciones sociales fuertes y participar en actividades comunitarias puede tener un impacto positivo en la salud mental y cognitiva.
Descanso adecuado: dormir lo suficiente es crucial para la recuperación y el funcionamiento óptimo del cerebro.
Gestión del estrés: practicar técnicas de relajación como la meditación, el yoga o la respiración profunda puede ayudar a reducir el estrés y sus efectos negativos en el cerebro.