Vengo de una época en que tratábamos a nuestros padres y a los mayores de edad de usted y eran malas palabras decir “infeliz” o “desgraciado”, y palabrotas, “mal parido” o “carajo”, que ahora sería  una antigüedad. Nuestro Presidente llena su boca de la palabra “carajo”, y la usa en los actos públicos, privados o protocolares, como lo hizo en forma irresponsable e irrespetuosa y por tres veces, en las primeras horas del día 9 de Julio, en nuestra Casa Histórica, que fue profanada. Templo y Cuna de la Independencia de todos los argentinos, al finalizar la firma de un pacto y  discurso largo y aburrido en medio de la “escarcha “, diciendo más de lo mismo, pretendiendo hacernos creer que un porteño le iba a quitar algo de la coparticipación federal a los porteños para repartirlo en las provincias, ¡jajaja! Este evento parecía un concurso de bostezos, cabeceo, ronquidos y sueños. Los despertaron los rugidos del ¡Viva la libertad, carajo!

Francisco Amable Díaz franciscoamablediaz@gmail.com

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