Mientras los copleros deleitan con sus cantos, decenas de turistas son testigos de la histórica tradición de un pueblo. Lo definirán más tarde todos por igual: una experiencia única y emocionante. No importa el credo, ni hay barreras de idioma; la Pachamama los une a todos.

“Esto no tiene palabras. Es algo único; es una energía que se siente adentro”, le dice a LA GACETA Daniela, quien llegó a los Valles Calchaquíes tucumanos desde Santa Fe. Está visiblemente conmovida y admite que no puede expresarse. Ella, como tantos otros, acaba de ser movilizada por la fuerza de la historia y de la tradición del pueblo Quilmes. Y esto que vive es sólo el preludio de lo que pasará pronto, en honor a la Madre Tierra.

Amaicha volvió a vibrar con el carnaval y con la Pachamama

Es sábado por la mañana. Todavía circulan por Tucumán algunas familias y hay grupos de turistas que recorren la provincia, estirando las vacaciones de invierno que están terminando. Prácticamente a horas de celebrar del Día de la Pachamama (se conmemora cada 1 de agosto), la Ciudad Sagrada de Quilmes preparó la antesala de esta fiesta con un objetivo: que los visitantes participen de una de las celebraciones más importantes para el pueblo como es la ofrenda a la Pachamama. Invitada por el Ente Tucumán Turismo, LA GACETA participa de este acontecimiento.

Imponente y llamativo, el yacimiento arqueológico precolombino más importante del norte es testigo de los rituales previos. Miembros de la comunidad sahuman a los presentes. “Que esto sirva para limpiar todas las malas energías que puedan traer de sus vidas, todos los problemas”, dirán los guías. Una vez que están todos “limpios”, una apacheta se vuelve protagonista.

Una muestra

“Esto es algo que significa muchísimo para nuestras comunidades, que hoy están afrontando un proceso de reorganización y de revalorización. Antes era imposible visibilizar nuestra cultura, por los efectos de la conquista y por otros procesos que nuestros antepasados atravesaron”, introduce el guía Rubén González, que estará a cargo de la ofrenda a la madre tierra. “En otros tiempos se decía que era una creencia pagana. Nuestra gente tenía miedo de que si hablaban de ella iban a sufrir alguna represalia. Pero la Pachamama es una deidad que significa mucho para nuestros pueblos andinos, y por eso la homenajeamos con tanto respeto”, advierte.

Mientras Rubén habla, sobre el suelo y a pocos centímetros de la apacheta hay dispuestos varios elementos para ofrecerle a la tierra: hojas de coca y vino, agua, nueces, maíz y otros frutos secos, junto a otros comestibles. Lo que él está por hacer es solo una muestra de “la ofrenda” (porque para los Quilmes sólo se la realiza una vez al año), que se llevará a cabo el jueves a las 11 dentro del sitio arqueológico.

“Vivimos tiempos en los que todo ha cambiado, y nos preguntamos por qué suceden algunas cosas, como el cambio climático o el calentamiento global. Son situaciones que acontecen porque no siempre tenemos criterio suficiente para saber qué estamos haciendo bien y qué no. Cometemos errores; nuestros antepasados eran muy criteriosos con el uso que hacían de la tierra, y a eso tenemos que volver”, asevera ante la atenta mirada de los turistas. “Nuestra concepción es que la Pachamama somos todos, somos la tierra en su conjunto. Vamos a brindarle algunos productos de la cosecha pasada, y le pedimos que el mundo no carezca de ningún producto vital para la vida”, agrega.

Momento cúlmine

“Esto que se vive es algo mágico, increíble. Elegimos el Noroeste para visitar porque está lleno de cultura ancestral, y eso te emociona. Que puedas ver esta ceremonia, que puedas participar del sahumado…”, reflexiona Carlos, otro visitante que participa del evento, y se queda sin palabras.

De a uno, se aportan los elementos. Agua, para que no le falte a ninguna nación; maíz, un producto que permite la subsistencia de muchas familias; nuez y uva en pasas como fuentes abundantes de alimentación; dulce de membrillo y otros productos regionales, como muestra de su producción genuina y tradicional.

la gaceta / fotos de Nicolás sánchez picón

“Luego de alimentarla. Le damos de beber. El vino es algo que no debe faltar en ninguna celebración. El 1 de agosto celebramos las cosechas pasadas y las que vienen. Pedimos prosperidad y hoy la actividad vitivinícola está creciendo en la zona. Creemos que ese puede ser una gran economía”, explica González. Finalmente, se corona todo con hojas de coca y se repite la frase “Pachamama, cusilla cusilla”.

En silencio y en un ambiente de meditación, los visitantes reciben una rama de madera. “Esperamos que todos puedan tomarla, apretarla y descargar sus malas energías; que todos puedan salir renovados de este momento con la Madre Tierra”, añade Rubén. Algunos visitantes, incluso emocionados hasta las lágrimas, se acercan a dejar en el fuego su rama y sus preocupaciones. Luego cada uno puede acercarse a la ofrenda, agregar elementos y dejar sus plegarias.

Expectativas

Para el pueblo Quilmes, cada 1 de agosto no es un día cualquiera. Es la mejor oportunidad para que las 14 comunidades de la zona se reúnan; es la chance de celebrar sus costumbres y para permitir que éstas sigan latiendo. Por eso esperan con tanta emoción la fecha, y por eso también celebran que los visitantes se acerquen.

la gaceta / fotos de Nicolás sánchez picón

“Es muy impactante la sensación de la gente que viene; ves que llegan y salen emocionados, conmovidos por toda la historia. Esto que vemos hoy es sólo una muestra. El jueves la concentración será dentro de la Ciudad Sagrada, es algo un poco más institucional; participan el cacique, el consejo de delegados y todas las comunidades de base. Nos parece muy importante, sobre todo, que los niños puedan participar, y tengan ese derecho, que puedan recibir las tradiciones de sus mayores. Además, es nuestra oportunidad de mostrar lo nuestro hacia afuera”, explica el cacique Patricio González.

la gaceta / fotos de Nicolás sánchez picón