Alejandra Beccaria, oficial de evaluación y monitoreo de Unicef brindó detalles sobre el impactante informe que indica que, en Argentina, un millón de niñas y niños se van a dormir sin comer.
-¿Cómo surge este informe?
-Surge de una encuesta que venimos realizando desde el año 2020 para poder conocer un poco más en profundidad cuál es la situación de los hogares en donde viven los niños y los adolescentes de nuestro país. Lo que venimos identificando ya desde el momento en que comenzamos a hacer las encuestas es que cada vez son más los hogares a los que les cuesta poder cubrir las necesidades básicas de sus integrantes, en especial de los chicos. Este último informe ya nos arroja este dato sobre el riesgo alimentario que tienen algunos niños, porque justamente frente a las restricciones de los ingresos los hogares necesitan desarrollar estrategias. Y la más extrema, la más dura, la que tiene mayores impactos, es la de no poder darles de comer a los chicos y a las chicas.
En Argentina, un millón de niñas y niños se van a dormir sin comer, según Unicef-Esto tiene un impacto directo en la salud y en el desarrollo de los chicos...
-Sí, exacto. No poder ingerir los alimentos necesarios con los nutrientes necesarios tiene impacto en la salud. Una alimentación adecuada es fundamental para tener un desarrollo adecuado, pero también tiene impactos por ejemplo en la capacidad de atención escolar que puede tener un niño o una niña. Y también efectos que son tan importantes como los anteriores, de los que a veces se habla menos, que tiene que ver con la subjetividad: qué siente, qué experimenta aparte de todos estos problemas que son centrales en su vida diaria una nena o un nene que no puede comer todos los días. En Unicef también estudiamos no sólo el dato cuantitativo, sino también nos parece central conocer las voces de los niños y qué es lo que ellos sienten.
El hambre de los niños, una tragedia nacional-¿Qué dicen ellos?
- Lo que encontramos muchas veces es esta sensación un poco de estigmatización, de vergüenza, de la sensación de sentirse excluidos y no poder socializar de la misma manera que otros compañeros. Entonces también identificamos consecuencias inmediatas. Pero también consecuencias en el mediano y largo plazo en la capacidad de su desarrollo subjetivo, como personas. Por supuesto que el tema de la salud es fundamental, no porque una cosa reemplace a la otra, sino porque nos parece también que es importante pensar en la multidimensionalidad de los impactos que esto tiene en la vida de la niñez.
-¿Cómo son esos hogares donde está pasando esto? ¿Qué características tienen?
-Son hogares en los que el último recurso que tienen es saltearse la comida. Entonces por lo general son hogares que tienen las peores condiciones, los que están en mayor medida endeudados y en los que algún miembro perdió el empleo en el último año. Son hogares donde los ingresos no sólo no alcanzan para los alimentos sino también para gastos vinculados a la salud. Son los que tuvieron que dejar ir al médico en algunos casos o al odontólogo. Son hogares en los que se pide un préstamo informal para comprar alimentos, el famoso fiado en algún local.
-A las mediciones ustedes las vienen haciendo desde el 2020, que no es un año cualquiera, fue el de la pandemia… Mirando en retrospectiva, cómo llegamos hasta donde estamos ahora?
- Este indicador que estamos viendo de los chicos que se van a la cama sin poder cenar es una pregunta que incorporamos este año. No tenemos la historia de esta pregunta, pero sí de otras vinculadas al acceso a alimentos. Siempre fue un problema, no es que esto explotó hace dos o tres meses, sino que lo que vemos es que viene habiendo un núcleo de hogares a los que les cuesta acceder a una alimentación nutritiva. Lo que vemos es que hay una tendencia al aumento, es decir, cada vez hay más un poco más de hogares a los que les cuesta poder cumplir con las necesidades básicas vinculadas a la alimentación, sobre todo en aquellos donde hay niños. Esto se viene incrementando. Y también cuando vemos estos datos no podemos dejar de ponerlos en relación con uno más estructural de nuestro país, que es el dato de pobreza. Desde hace 36 años, la pobreza en la niñez nunca fue menor al 30%, es decir, la Argentina tiene un problema estructural vinculado a la pobreza que trasciende a este gobierno, al gobierno anterior, y al anterior. Digamos que estamos hablando de casi 40 años. En lo que tenemos que avanzar es en políticas estructurales de Estado, que puedan orientarse a disminuir la pobreza y sobre todo la pobreza extrema.