- Vamos a dormir –dice la madre-.
- ¿Pero por qué nos acostamos sin comer? –interpela el hijo-.
- ¿Viste que nosotros tenemos que dormir de noche? Bueno: la heladera también.
- Mentira.
- De verdad. ¿Escuchas eso? Está roncando.
- ¿Y mañana va a estar despierta?
- Sí -contesta ella mientras lo abraza y se le quiebra la voz-. Mañana sí.
El diálogo ficcional transcurre durante el video de la campaña que esta semana lanzó Unicef Argentina, bajo un nombre con una verdad impiadosa: “El hambre no tiene final feliz”. Precisamente, cuando el pequeño se duerme la madre abre la heladera, trágicamente vacía.
El informe de Unicef, que presenta su octava encuesta de hogares con niños y adolescentes, cuantifica la descarnada realidad en la que sobreviven millones de argentinos. Concretamente:
° Un millón de chicos argentinos se va todas las noches a la cama sin haber podido cenar sencillamente porque no hay alimentos en sus hogares.
° La cifra se eleva a 1,5 millón de pequeños si se suma a ese grupo a los chicos que se saltean alguna comida durante el día porque en sus familias no alcanza el dinero.
° Hay, además, 4,5 millones de adultos que se saltean alguna de las comidas, en muchos casos porque dan prioridad a que sus hijos sí puedan tener una alimentación completa.
El informe de Unicef Argentina permite comprender una cuestión que a menudo no es cabalmente dimensionada: detrás de los gráficos, las tablas y los índices de las encuestas hay personas. Precisamente, el hambre de estos chicos, y el de varios millones de padres de otros niños, es el rostro humano de los datos revelados la semana pasada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, instituto de investigación de la Universidad Católica Argentina.
Ese estudio arrojó que el 55% de los argentinos es pobre. Es decir, no registran ingresos suficientes para costear la “canasta básica”, conjunto de bienes y servicios que van desde la indumentaria y el transporte hasta los gastos en salud y en educación, pasando por la alimentación. Justamente, dentro de la “canasta básica” está la “canasta alimentaria”: en la Argentina, el 20% de la población no tiene ingresos ni siquiera para el pan de cada día. Ellos, además de pobres, son indigentes. En Tucumán, la indigencia también es del 20%. Y la pobreza trepa hasta el escarnio del 60% de la población. Seis de cada 10 tucumanos son pobres. Uno de cada cinco, directamente, es paupérrimo.
La desfinanciación
El capítulo referido específicamente a los chicos resulta particularmente doloroso. Justamente, tomando en cuenta los datos de la octava encuesta de Unicef Argentina y el informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia determina que el 71% de los niños y adolescentes es pobre. En números absolutos, son 8,6 millones de argentinitos. El 34%, directamente, crece en condiciones de pobreza extrema. Léase, para 4,2 millones de pequeños, el paisaje de la infancia es la miseria.
En los primeros seis meses de este año, más de 1,5 millón de pequeños se convirtieron en pobres. Es decir, lo único que tuvieron para estrenar es la carencia. Y casi 1,9 millón, que ya eran pobres, perforó el piso de la pobreza y descendió al infierno de la indigencia. Esta ONG, por cierto, forma parte de “Infancia en Deuda”, una verdadera causa que busca articular los esfuerzos de distintos sectores de la sociedad para que en este país los niños se conviertan en una verdadera prioridad.
El hambre de los niños, una tragedia nacionalLa Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia ha determinado que en la Argentina hay, progresivamente, “menos presupuesto para más infancias pobres”. Este es el título del relevamiento de la ONG que subraya la progresiva caída de recursos estatales destinados a los programas de asistencia social para los sectores más vulnerables. Y, entre ellos, para los más desvalidos: los niños.
Según este informe, la Asignación Universal por Hijo (AUH) es la política de contención para este sector al que el actual Gobierno le ha dado prioridad: recibe un 48% más de recursos que el año pasado. En contraste, las políticas alimentarias, incluyendo la Prestación Alimentar (más comúnmente conocida como “Tarjeta Alimentar”) registra una baja del 29% respecto de 2023.
Consecuentemente, la AUH y la Prestación Alimentaria alcanzaron a cubrir el 77% de la “Canasta Alimentaria” durante el primer semestre de este año. Esto representa una mejora con respecto a 2023, durante el último año del cuarto gobierno “K”, cuando esa cobertura fue todavía menor. Pero se encuentran lejos de 2021, el segundo año de esa gestión, cuando fue de un 98%.
Distribución de alimentos: "La gente está pasando hambre, y no es una metáfora"A lo largo de los gobiernos, este se ha convertido en un país donde trabajar no saca a los empleados de la pobreza, y donde la asistencia estatal ni siquiera saca a los beneficiarios de la indigencia.
La demolición
En el cálculo global de lo que va de este años, los recursos presupuestarios destinados por el Estado a paliar la pobreza de los niños argentinos son un 18% menores con respecto a 2023, según la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia. En la vida diaria esto se traduce, según Unicef Argentina, en que unos 10 millones de chicos comen menos carne y consumen menos lácteos en comparación con los volúmenes del año pasado.
Las consecuencias de la mala alimentación en los niños es lesiva para su futuro, sostiene el pediatra y especialista en nutrición Luis Bossi, del hospital de Niños de Tucumán. Él apela a la metáfora de la construcción de un edificio para hablar de la “construcción” de un ser humano durante sus primeros 1.000 días: desde la gestación hasta el segundo año de vida. La alimentación saludable, dice, son como los ladrillos, el cemento y el acero. Los niños mal nutridos enfrentan desde problemas de neurocognición hasta anemias, pasando por las parasitosis. El profesional alerta no sólo sobre los niños con bajo peso, sino también sobre niños con obesidad que están desnutridos, porque sus empobrecidas dietas diarias están basadas en mate cocido, azúcares y fideos, entre otras harinas.
Pasado mañana, cuando se celebre el Día del Niño, exactamente, ¿qué es lo que se va a festejar?