Una advertencia ante las cifras de pobreza, como las difundidas la semana  pasada.. Cuando crecen suele haber más manifestaciones públicas de repudio a los gobernantes declaradamente capitalistas que a los verdaderos causantes  y beneficiarios de ella. Es más, hasta se la tilda de resultado buscado. Como el  error es muy parecido al de creer que la esclavitud favorecía a los empresarios  va primero una alusión a tal degradante sistema.

La esclavitud tenía como ventaja económica la recuperación de la inversión en capital humano. En una economía de contratos un empleado gana calidad  formándose, con la experiencia o con trayectos adicionales. Si otro empresario  le ofrece mejores condiciones deja al primer patrón y listo. Para este último,  inversión perdida. Con la esclavitud el amo podía pedir por su esclavo el  equivalente al valor actual del flujo futuro de beneficios netos y recuperaba la  inversión (las cláusulas de compensación por recisión contractual, cuando son  posibles, cumplen esa función).

Paradójicamente, al amo no le convenía invertir mucho porque así como podía  recuperar sus gastos también aumentaba la probabilidad de huida del esclavo.

En consecuencia, la productividad laboral era baja. En un mundo estancado  eso no importa. En uno competitivo, abierto, donde la innovación es relevante, la esclavitud condena al atraso a los amos. Lo necesario es capital humano de  calidad con incentivos para trabajar. Algo que se consigue con libertad.

A esas dos condiciones hay que sumar el poder de compra para que la  economía crezca, tanto por el consumo como por el ahorro necesario para la  inversión. Con la pobreza no es posible. Parece claro lo referido al poder de compra, aunque debería recordarse que no se consigue con simple reparto de dinero. La todavía presente inflación es consecuencia de ese error. Y también debería ser claro lo atinente al capital humano. Primero, ser pobre implica que el esfuerzo rinde poco dinero, por lo tanto hacen falta muchas horas para conseguir los recursos con los que atender las necesidades básicas y eso deja menos tiempo para estudiar. Segundo, la mala alimentación disminuye el rendimiento intelectual. Tercero, un país pobre no puede financiar educación generalizada de calidad. Cuarto, la población tiene más problemas de salud que hacen caer el rendimiento laboral. Todo esto conlleva trabajadores de mala calidad que no sirven para empresas de alta productividad. Vinculado a lo  anterior, conviene aclarar que los salarios bajos tampoco sirven. En una economía competitiva al trabajador barato se lo lleva la competencia.

En realidad, la pobreza puede generar más pobres porque el salario depende del valor de la productividad. Nadie le paga al trabajador más de lo que el trabajador contribuye al ingreso de la empresa. Como una economía cerrada produce bienes de poco valor y una economía pobre tiene trabajadores poco  productivos, los salarios son bajos. Así, una economía cerrada, no competitiva, genera pobreza porque impide el crecimiento al trabar las innovaciones, las inversiones, el consumo y la adaptación laboral.

Podría preguntarse entonces si a los gobernantes les conviene la pobreza de sus conciudadanos. Tal vez, pero no mucho. Es complicado sacarle dinero a una población pobre. En el corto plazo sirve porque la dependencia de las personas con respecto al gobernante puede generar sumisión política pero a la larga no se mantiene en un sistema democrático. Costará más o costará menos sacarlo, el gobernante explotador no dura. Objeción: ¿y los gobernadores “feudales”? Viven de la coparticipación. Explotan políticamente a sus votantes y económicamente al resto del país. “Secan” su provincia sin llegar al límite del aguante.

Segunda objeción: se entiende lo negativo de los salarios bajos mirando una economía abierta, pero ¿no es posible que en un país haya salarios bajos para abastecer a empresas terminales en países ricos? Después de todo, el trabajador barato no es tomado por las firmas de las lejanas regiones desarrolladas. Cuidado. La migración por diferencias salariales y expectativas de crecimiento existe. Así se hizo Argentina, y se estuvo deshaciendo durante los gobiernos K. Pero es cierto que ocurrió, sobre todo en el siglo XIX. Sin embargo, la respuesta no es cerrar la economía. La ideología del “vivir con lo nuestro” terminó llevando al “vivir con lo puesto”. Si en un mercado integrado competitivo los salarios tienden a crecer la salida es hacer de la economía argentina un mercado integrado competitivo.

Lo anterior no quiere decir que no puedan coexistir bolsones productivos con bolsones pobres. Pero a la larga es inestable. O surgen iniciativas para integrar a los pobres al capitalismo o lo harán las que pretenden que el capitalismo sostenga los bolsones. Esto último sólo lleva al atraso relativo comparado con quienes elijan la otra salida. Por supuesto, existe la alternativa de destruir todo,  pero sólo lleva a peores malos resultados.

Última objeción. Puede ser que la pobreza no sea buscada, pero ¿podría ser consecuencia no intencional de un sistema esencialmente fallido? Cuidado.

Durante milenios la humanidad fue pobre, con ultraminorías ricas. El estado natural es la pobreza. La pregunta entonces no es por qué existe la pobreza sino por qué existe la riqueza. Y se observa que la expansión del capitalismo coincide con la generalización de la riqueza. En expectativa de vida, mortalidad infantil, salud, niveles de ingreso, oportunidades laborales y de estudio, calidad y cantidad de bienes y muchas variables más la humanidad está mucho mejor que hace 200 años. No es el paraíso, por supuesto, pero con total claridad las experiencias no capitalistas son las fracasadas.

Por las dudas, si se piensa en China como país comunista rico recuérdese que desde 1979 copia la organización económica capitalista y que en 2005 introdujo el derecho de propiedad privada en su Constitución. Casi lo único que queda de comunista es el nombre del partido que ejerce la dictadura.

El mundo está poblado de experiencias exitosas, ninguna anticapitalista. Hay que aprenderlo de una buena vez. Claro, adaptarse demora y cuesta mucho. Pero insistir en el error cuesta más.