En la formación del ser humano primero intervienen un conjunto de células y después un cúmulo de experiencias. La manera en la que crecemos está fuertemente ligada a nuestras vivencias y está científicamente comprobado que el juego tiene un papel clave en este desarrollo.

No obstante, hay banderas rojas que se encienden cada vez con más fuerza, sobre todo si tenemos en cuenta que la última Encuesta sobre Condiciones de Vida de la Niñez y Adolescencia que realizó Unicef reveló que sólo seis de cada diez chicos y chicas de entre cinco y 17 años usan su tiempo libre para jugar. Y este dato toma dimensión en el Día del Niño, una jornada que debe ser pensada no sólo en un momento de dar regalos o pasar un tiempo divertido en familia, sino fundamentalmente en qué le está pasando a la infancia.

En un mundo cada día más virtual la afirmación no parece errada y motiva a los adultos a buscar la manera de que los más pequeños vuelvan a divertirse y aprender de forma más tradicional. “No hay adulto que se resista a una rayuela dibujada en el suelo, o ¿por qué no incentivarlos a una partida de cartas de la ‘casita robada’?”, sugirió la licenciada Emilse Córdoba quien forma parte del equipo técnico pedagógico de la Dirección de Educación Primaria provincial.

El Día del Niño se celebrará con diversas propuestas artísticas en Tucumán

Ella, junto a la docente interina de la Escuela 311 República de Italia, Gabriela de los Ángeles Brito y a Aldana Soledad Otero, directora de Deportes y Educación Física de la Provincia, hablaron con LA GACETA sobre la importancia de estimular el juego fuera de las pantallas desde edades tempranas hasta más adultas.

Beneficios de jugar

Para reafirmar lo que probó el estudio de Unicef, días atrás Roberto Guini, empresario juguetero y miembro de la Cámara de Comercio comentó en LG PLAY que a causa del avance de la tecnología, la venta de juguetes viene en caída desde hace años.

“Habría que replantearemos esto porque si bien la tecnología es importante, criamos chicos que manejan demasiadas horas las pantallas y no tienen interacción con padres, amigos o familia”, reflexionó el comerciante.

Córdoba coincide en que el mundo nos lleva hacia lo tecnológico y que aunque puede ser una herramienta, no hay que olvidar las bases más clásicas ni en los hogares ni en las escuelas

“Un juego además de trabajar contenido interviene en cuestiones cognitivas y emocionales como el poder resolver un conflicto, el plantearte una meta, saber atravesar una dificultad y realizar trabajo en equipo”, mencionó Córdoba.

Por otro lado, mientras la virtualidad ofrece inmediatez, al jugar se puede cultivar otras capacidades. “En los juegos aprendemos sobre paciencia porque hay que esperar turnos, y también nos muestra el respeto por el otro además de que nos marca límites”, aseveró.

Así, en las aulas e incluso en sus casas, el juego puede alcanzar hasta las letras. “Desde el punto de vista de la literatura se puede incentivar la escritura creativa con juegos del lenguaje, donde se les permite a los más chicos que trabajen la comunicación, la imaginación, además de proyectar”, añadió la licenciada.

En todas estas iniciativas, el rol del adulto se vuelve clave. “Es fundamental volver a lo que nos divertía, porque quienes tenemos más de 40 años crecimos de una manera diferente”, consideró la maestra e invitó a no volver tan atrás en el tiempo.

“En pandemia muchos jugamos o cocinamos en familia, porque cocinar también es jugar. Entonces tal vez yo no se pueda competir con la tentación de las pantalla pero sí ofrecer otras experiencias”, cerró.

Actuar como niños

Gabriela es docente hace 21 años y sólo con el juego ha logrado grandes avances en su camino profesional y en la vida de sus alumnos.

“Arranqué con juegos en el aula en 2006 con la primera jornada extendida que se lanzó en ese momento, en el que yo tenía mucha deserción de alumnos e inasistencia; entonces di una vuelta a mis clases y trabajé de forma lúdica algo que motivó a todos los estudiantes”, contó.

¿Qué tipos de juegos la ayudaron? Los juegos de memoria, las sopas de letra, las adivinanzas y las producciones de cuentos.

“Tengo dados con diferentes espacios, distintos personajes y tiempos, y los chicos lo lanzan en grupo y según lo que les toca arman y producen la historia”, detalló, para dar un ejemplo.

“A través del juego los niños aprenden a forjar vínculos con los demás, a negociar y todo esto impacta en la socialización y las habilidades emocionales porque jugar es otra forma de expresión que les permite procesar sentimientos como el dolor, el miedo o la pérdida sin dejar de actuar como niños”, remarcó.

Edad de oro

Para los padres que se apoyan en la educación física y los deportes, para minimizar el uso de celulares y tablets hay una buena noticia. En las escuelas tucumanas arrancó a principios de mes los Juegos Estudiantiles Tucumán (JET).

“Están destinados a diferentes edades y tienen la característica de que todo sea jugando y en cooperación, por lo que los utilizamos como una estrategia más de aprendizaje y de convivencia”, indicó Aldana, la educadora que también dio su testimonio.

“Este espacio genera un estímulo más para los niños a elegir la actividad deportiva y sacarlos un poco de las pantallas”, aseveró Otero.

“Consideramos que es una manera eficiente de empezar a potenciar el propio cuerpo, ya que nosotros hablamos de lo que se llama periodo ventana o etapa de oro, que sucede en todos los niños, entre los ocho y nueve años, donde nosotros consideramos que lo que no se desarrolla ahí no se recupera luego”, explicó.

Y aclaró: “sí podemos aprenderlo después aunque no es lo mismo, porque lo que se adquiere de pequeño es más fácil poder desarrollarlo a lo largo del tiempo, que asimilarlo de grandes”.

Más motivos para promover, incentivar y alentar la cultura del juego en las infancias y todos sus beneficios.