WASHINGTON, Estados Unidos.- En 100 días, todo debe estar definido, incluso los millones de indecisos que aún no saben a quién votar, o si lo harán.

Con esa premisa en mente, Kamala Harris y Donald Trump se lanzaron a la maratónica carrera final rumbo a las presidenciales del 5 de noviembre, con la demócrata subiendo como la espuma tras un discurso electrizante de la víspera con el que aceptó la nominación del Partido Demócrata y el republicano con la “buena nueva” de que recibirá el apoyo del candidato independiente Robert F. Kennedy Jr.

El descendiente del clan político más famoso de Estados Unidos, anunció ayer que “suspende” su campaña para la presidencia y pidió el voto para Trump, para sorpresa de nadie.

El ex mandatario agradeció a Kennedy Jr. el apoyo electoral. “Quiero dar las gracias a Bobby. Es algo muy bonito lo que hizo y realmente importante. Es un gran tipo, respetado por todos”, afirmó Trump en un acto de campaña en Las Vegas. Para la noche tenía previsto presentarlo como aliado en un acto, en Arizona. “Voy a hablar sobre eso. Salimos justo después de esto. Vamos a ir a Arizona. Hablaremos de eso y de muchas otras cosas también”, aseguró Trump.

A menos de tres semanas de un esperado debate entre la vicepresidenta demócrata y el ex presidente republicano -y a solo un mes de que comience la votación anticipada-, los sondeos muestran que la batalla por la Casa Blanca está reñida.

Harris sale de la Convención Nacional Demócrata celebrada esta semana en Chicago con mucha energía y con la sensación de el viento a favor.

Ha superado a Trump en las encuestas y borrando la ventaja que mostraba el republicano antes de que ella sustituyera, hace un mes al presidente Joe Biden como candidata demócrata. No se relaja y llama a no dormirse en los laureles. “Esto estuvo bien, pero ahora tenemos que seguir adelante”, declaró a NBC News.

Dan Kanninen, uno de los encargados de la campaña de Harris, advirtió que la carrera “no ha cambiado en lo fundamental” y sigue “muy, muy ajustada”.

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Harris aceptó la nominación presidencial de su partido el jueves, en una deslumbrante última noche en Chicago, arropada por una constelación de estrellas y celebridades, que preparó el terreno para una agotadora disparada final hacia los comicios.

En apenas un mes, desde la retirada de Biden, la primera mujer negra con posibilidades de llegar a la Casa Blanca logró revitalizar las esperanzas de su partido y captar donaciones récord -más de 500 millones de dólares- para su campaña, y está viviendo una luna de miel al recibir el apoyo de personalidades públicas, que alertan sobre los peligros de una seguda presidencia de Trump.

Su campaña recibió otro impulso potencial cuando el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo que “ha llegado el momento” de un recorte de las tasas de interés, algo que reducirá los costos hipotecarios y otras presiones inflacionarias para los votantes.

Los posibles obstáculos para Harris provienen de tensiones internas en el partido sobre la política estadounidense en relación a la Franja de Gaza y el retiro de Kennedy de la contienda.

El “efecto Kennedy”

La compañera de fórmula de Kennedy, Nicole Shanahan, afirmó en X que los demócratas la estaban “inundando” con “llamadas, mensajes de texto y correos electrónicos frenéticos”. Están “aterrorizados ante la idea de que nuestro movimiento una fuerzas con Donald Trump”, dijo.

Los analistas están divididos sobre el efecto que tendría una salida de Kennedy Jr, un teórico de la conspiración, rechazado por gran parte de su influyente familia, con escaso apoyo propio, pero que aun así podría incidir en favor del republicano en una elección que seguramente se decidirá por márgenes minúsculos.

Conquistar el centro

Pesos pesados demócratas, como Michelle Obama y Bill Clinton o el compañero de fórmula de Harris, Tim Walz, han advertido que el partido podría perder frente a los republicanos de Trump si cae en triunfalismos.

Trump ha estado tratando de movilizar a su base conservadora con advertencias apocalípticas sobre los “migrantes criminales” y pintando un panorama oscuro de un país en “decadencia” que solo él puede salvar. En la otra orilla, Harris y los demócratas se han acercado al centro y le hablan a las clases bajas y medias, con la promesa de medidas económicas sociales que los beneficien, como el acceso al crédito para la primera vivienda, una mejor cobertura social y protección de los derechos reproductivos.

A lo largo de la semana que pasó, los estrategas demócratas exhibieron en Chicago un desfile de republicanos anti-Trump, incluidos ex funcionarios del gabinete del ex presidente, como Stephanie Grisham, un alcalde de una pequeña ciudad y un ex titular de un cargo estatal.

“Si votas por Kamala Harris en 2024, no eres un demócrata, eres un patriota”, dijo el ex vicegobernador de Georgia Geoff Duncan.

Algunos, como John Giles, el alcalde de Mesa, Arizona, dijo que el Partido Republicano ya no es conservador, sino que se ha transformado en “un culto”.

Los demócratas, en tanto, que antes caracterizaban a Trump como un demagogo, los demócratas han comenzado ahora a burlarse del candidato republicano de una manera diseñada para menospreciarlo y hacer mella en su aura de invencibilidad.