El presidente de la Asociación Internacional de Derecho Procesal, Eduardo Otaiza, aseguró ayer, al participar de las jornadas que se realizan en la Facultad de Derecho de la UNT, que es “un momento histórico muy particular ya que este año cumplimos 30 años de la Reforma Constitucional del 94, que es una de las pocas experiencias constitucionales de un diálogo profundo”.
“La del 94, tal vez más que la del siglo XIX, es nuestra propia Constitución, por cómo se dio esa Constitución y por ser este siglo una sociedad mucho más igualitaria que aquella que era en el siglo XX, el XIX, XX. Era la composición de nuestra sociedad distinta y los debates constitucionales también eran distintos”, dijo.
“El Derecho Procesal antes se enseñaba de un modo, se comprendía de un modo y hoy se comprende de un modo distinto. Y juegan en esta comprensión algunos valores no tan tenidos en cuenta al principio. Muchas veces nosotros nos olvidamos del contexto donde estamos. Miramos a Europa, miramos a América del Norte, pero tenemos poca conciencia de nuestra pertenencia histórica, arraigada concretamente a América Latina. Y también tendemos a ver la fecha sola y no el proceso que lleva la fecha”, aclaró. “Por esta razón hay una foto que yo aprecio mucho, que es esta, que para mí explica en parte la Reforma de 1994, aunque parezca mentira. En esta foto está Jorge Luis Borges saliendo del juicio de las Juntas. Borges luego de esto escribió: ‘De las muchas cosas que oí esa tarde y que espero olvidar, referiré la que más me marcó. Ocurrió un 24 de diciembre, llevaron a todos los presos a una sala donde no habían estado nunca. No sin algún asombro, vieron una larga mesa tendida, vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos y botellas de vino. Después llegaron los manjares, repito las palabras del huésped, el testigo. Era la cena de Nochebuena, habían sido torturados y no ignoraban que los torturarían al día siguiente. Apareció el Señor de ese infierno y les deseó Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestación de cinismo, no era un remordimiento, era, como ya dije, una suerte de inocencia del mal’ “. “Yo no acudo a este párrafo de Borges por mero academicismo, creo que en la historia, sobre todo en la historia de los países, hay circunstancias que marcan desarrollos futuros. Lo que vivió Argentina al tomar, al recobrar la democracia, es una marca indeleble en el espíritu argentino. El único indicador que nos da bien es que la gente cuando se le pregunta si quiere democracia, contesta que sí. Tenemos los valores más altos en opinión pública en favor de la democracia, no obstante la decepción de la gente”, explicó.
Desaprobación de la democracia
“Hay un índice que es complejo de ver, que es el índice de desaprobación de la democracia en la región. Y esto llama mucho la atención, porque estar dentro de ese sistema significa un peligro para la salud de nuestras instituciones. Solamente un 20% de la población mundial vive en estados donde se respeta la libertad. Nosotros tendemos a pensar que esto no es así, que todos los países viven en libertad, y esto no está sucediendo hoy en el mundo. Y este es otro que es alarmante, el nivel de corrupción”, afirmó. Y luego dijo: “Esto es la estadística de Transparencia Internacional de 1994, que como intentaré mostrar con indicadores, va de la mano. La pérdida de libertad y la corrupción van de la mano. A la corrupción le interesa la pérdida de libertad”.
Cristina Grunauer de Falú: "El proceso judicial soluciona los problemas de la gente”Otaiza posteriormente trató de llevar algo de esperanza: “No quería dar todas malas noticias, y hay algunas buenas. Es lo que se produjo en América Latina entre 1990 y 2013. La indigencia y la pobreza sumaba en 1990 al 71% de la población. América Latina era una de las regiones con mayor desigualdad del mundo. En el 2015 se pasó de un 12,4% de indigencia a un 29,2% de pobreza, llegando a un 41,6%. Esto significa una gran nivelación en la igualdad social. Y en el 2019 el Consejo de Derechos Humanos informaba que desde 1990 se sacó de la pobreza extrema a 1.100 millones de personas. El proceso civil también intenta dar respuesta concreta a quien reclama de un servicio de justicia con un valor esencial. El objetivo 16 de la agenda 2030 es llegar al 2030 con un acceso pleno a la justicia. Es un valor que importa”, finalizó.