Ni comediante de la historia ni adoctrinador zurdo. “Me gusta pensar que soy un divulgador, en todo caso. Desde la pandemia en adelante hay estudiosos que intercambiamos estas posiciones, pero no llegaban al público mayor, no había chance”, explica Pablo Borda durante una entrevista con LA GACETA.
No obstante, con ironía, en sus redes sociales anuncia su gira: “En septiembre nos vamos de gira para adoctrinar en el NOA”.
Todo comenzó en Instagram y finalmente en YouTube con “Historia para millennials”, que luego se transformó en “Café millennials”. “Siempre insisto en socavar esa idea instalada de que la historia es una asignatura aburrida o poco interesante”, reitera.
Partiendo del chiché “Es más complejo” arranca el unipersonal que pretende, desde la historia y el humor, problematizar esa enseñanza con una mirada pedagógica y entretenida. “La docencia es una tarea maravillosa, que ofrece un montón de realizaciones, y es sumamente necesaria”, recuerda.
¿La Argentina fue una potencia mundial? La respuesta rápida es No, pero una respuesta un poco más desarrollada sería “Es más complejo”. Este y otros temas aparecen constantemente en el debate público en el espectáculo que se llevará a cabo esta noche a las 20 en Puerto Cultural Libertad (Las Piedras 1.850).
- ¿Qué tanto juega el humor en tus actos de divulgador?
- El humor es un medio que tanto en una presentación como en una clase facilita la transmisión de un mensaje o la incorporación de una idea. Diría que todo profesor que intenta hacer didáctica su clase y entretenida a sus alumnos tiene algo de “teatro” en su forma de hablar, gestualizar y expresarse. En un teatro uno juega aún más con ello para mantener al público cautivo e interesado.
- Pero es más complejo...
- Hacemos una apropiación positiva del término, porque vivimos en un contexto con narrativas muy simplificadas sobre la historia, algunas llegan hasta el absurdo a ser hasta caricaturescas del pasado que nada tienen que ver con el entendimiento que corresponde de esa realidad. Como por ejemplo cuando se dice que la Argentina fue primera potencia mundial, o el país más rico del mundo... cuando se hace es tomar un medida de una época y se extrapola hasta llegar a una simplificación, un absurdo. Y ahí uno puede decir “es más complejo”. De verdad hubo un crecimiento económico, pero la Argentina estuvo muy lejos de ser la primera potencia.
- ¿Cuáles temas históricos te parecen más satirizables o en los que vos te detenés?
- En muchas ocasiones hay elementos que resuenan por lo absurdo como el fallido atómico de Huemul o algunos catastróficos fracasos militares impulsados por Bartolomé Mitre, pero más que la idea de esos hechos históricos en sí, lo satirizable es de qué manera la narrativa que se construye en el presente para tratar de justificar las propias ideologías o a alguna fuerza política o un gobierno. En España hay un economista que se llama Jesús Huerta de Soto, un liberal extremo que asegura que el imperio romano cayó como consecuencia del socialismo y por la política de bienestar de los emperadores; aquí hay burlas para hacer por todos lados. Podemos encontrarnos con narrativas construidas sobre un castillo de naipes.
- ¿Qué mitos hay sobre la Argentina?
- La Argentina potencia o el del país más rico del mundo, que no se sostiene por ningún lado. O que el peronismo se mantiene durante 70 años, cuando la alternancia o el péndulo político de la Argentina han sido la norma. Complejizar la narrativa de los sectores conservadores, sobre todo, provoca insultos. Pero en todo caso, tal vez valga ser adoctrinado en ese sentido.