Como residente de una vivienda de propiedad horizontal en calles Ayacucho y Las Piedras de la ciudad de San Miguel de Tucumán, quiero expresar por este medio mi estado de turbación e impotencia ante el “concierto infernal” e ininterrumpido de “rugidos” de motores, chirridos de frenadas y bocinas a que nos vemos sometidos los vecinos desde el cambio de recorrido de las líneas de colectivos. Me pregunto si quienes pergeñaron esta alteración en el tránsito tuvieron en cuenta los estándares internacionales sobre niveles de contaminación acústica, más allá de los cuales se afecta enormemente la salud psicofísica de las personas. Insto a las autoridades que corresponda a disponer una distribución más equitativa de la circulación colectiva entre las calles de la ciudad -hacia el oeste, por ejemplo, entre Las Piedras, La Madrid, Bolívar y la ahora “cuasi peatonal” Crisóstomo Álvarez-, conforme ancho de las calles y contaminación ambiental y sonora producida. Y no se admiten argumentos como el que leí sobre la existencia de unos edificios del Poder Judicial sobre Crisóstomo. ¿No son acaso los funcionarios servidores públicos que deben velar por el bienestar general? ¿No es acaso superior el interés de los individuos al emplazamiento de un “inmueble” de un poder del Estado? Señores, tienen la palabra y su ejecución.
Ana Lía Toledo
Ayacucho 290 - S. M. de Tucumán