1) Niñez. “El auténtico ‘Burro’ era mi papá. Yo soy el ‘Burrito’”. La declaración de Juan Carlos Carol sintetizaba el orgullo de su legado. Nacido en San Miguel de Tucumán el 26 de diciembre de 1935, Carol se crió en Lavalle casi Pellegrini, corazón del barrio Ciudadela. Fue una infancia transcurrida entre el colegio Tulio García Fernández y el fútbol en el Solar de los Deportes. Y si era necesario acudía al negocio familiar, una carnicería en el Mercado del Norte administrada por su padre, Simón, quien se había consagrado campeón del fútbol tucumano con San Martín en 1919. Eso convertía al local comercial en un reducto frecuentado por los jugadores “santos”. “Como yo me la pasaba ‘ututiando’ entre ellos, me convertí en el changuito de los mandados”, contaba Carol. 

2) A la cancha. El 12 de julio de 1953, con 17 años y una delgadez que aparentaba fragilidad física, llegó el anhelado debut en la Primera del “santo”, por el Anual de la vieja Federación. Nada más y nada menos que contra Atlético, el clásico rival, y con La Ciudadela colmada. Entonces Martín Blasco, el Mariscal, lo tomó del cuello y le advirtió: “esto es San Martín, acá tenés que poner huevos”. Ese frenesí de emociones terminó en decepción al advertir que el referí suspendía el partido, como consecuencia del desborde del público. 

3) El comienzo. Un mes después se reprogramó el partido y San Martín lo ganó 3 a 2. Un potente remate de Carol, desviado en el defensor Ale, había puesto el 2-2 y luego Guimard establecía las cifras definitivas. La fecha siguiente el adversario era Sportivo Guzmán, que venía puntero e invicto. Carol anotó el gol que marcó la igualdad previa al triunfo. 

DE PUÑO Y LETRA. El mensaje que dejó Carol a la familia de San Martín.

4) La figura. Consolidado en la punta derecha del equipo, Carol se convirtió en un jugador fundamental. Volvía a ser dirigido por Roberto Santillán, con quien había brillado de chico en el Torneo Evita. Con el correr de los años el DT lo ubicó en el medio, hasta que a la camiseta número 10 la hizo propia. 

5) La gloria. San Martín sumó cuatro títulos seguidos, de 1953 al 56. Ese último año, el 14 de octubre, se jugó un clásico legendario: el “santo” derrotó a Atlético por 7 a 6. En La Ciudadela se inauguraba la actual platea central con un cartel de bienvenida al decano del fútbol tucumano: “Viejo rival amigo, salud”. También se estrenaba la tribuna de la calle Rondeau, junto con los codos bajos, lo que le otorgaba al estadio una capacidad para 12.000 espectadores. Con un agobiante calor como inesperado protagonista el primer tiempo concluyó 4 a 4. Bajo una torrencial lluvia comenzó el complemento y Atlético se puso 6 a 4, pero dos goles de Acosta y otro de Carol desataron el carnaval del “santo”. En el Solar de los Deportes se festejó hasta el amanecer. 

TODO POR CAROL. La rifa que vendían los hinchas para “repatriarlo”.

6) La venta. Carol afianzaba su carrera formando parte del seleccionado de la Federación. Con fútbol y goles resultó clave para el equipo que se coronó campeón Argentino en 1960. No sorprendió entonces que en mayo de 1961 se anunciara la transferencia del crack a Cerro, de Montevideo. Era la mejor contratación de un jugador tucumano hasta ese momento: los uruguayos pagaban $ 800.000 y se comprometían a jugar en Tucumán. Fue así que Cerro derrotó a San Martín por 1 a 0 y Carol, un caballero del fútbol respetuoso y respetado por todos, se alejaba con pena de su club, pero con la felicidad de prosperar en su carrera. Decidió no cobrar la prima que le correspondía y ceder los $ 200.000 a San Martín. 

7) La rifa del regreso. Por problemas familiares, a principios de 1963 Carol necesitaba volver a Tucumán. Cerro acordó vender el pase y el que negociaba para repatriarlo era Central Norte. LA GACETA daba cuenta de la operación, y a la vez advertía que los hinchas “santos” no aceptarían la idea de que “El Burro” jugara en otro club. El problema de San Martín era la falta de dinero, lo que llevó a un grupo de hinchas a organizar una rifa y aportar para la compra del jugador. Central Norte se retiró de la escena, disgustado por las vacilaciones de los dirigentes uruguayos, y fue así que Carol volvió a vestir la roja y blanca. Hubo otro amistoso con Cerro, que San Martín jugó con un equipo “reforzado” por jugadores de Atlético. Entre ellos estaba Hugo Ginel, buen amigo del “Burro”. Quedará para la anécdota que Cerro se impuso por 6 a 1. 

RÉCORD. García Soaje, presidente del club, antes del duelo con Vélez.

8) Punto final. La nueva etapa como jugador no duraría mucho: a fines de ese año Carol debió retirarse debido a las graves lesiones sufridas en las rodillas. 

9) La transición. Roberto Santillán se marchó de San Martín y el club apeló a Carol -quien se había formado como DT en Uruguay- para reemplazarlo. Asumió el 20 de julio de 1964, con contrato hasta fin de año y durante esos meses en un partido con Central Norte “El Burro” fue técnico y jugador. Salieron 1 a 1. 

10) El entrenador. Carol dirigió a Central Norte (1965) y al seleccionado de la Federación con una gran performance. Volvió a San Martín a mediados de 1967 para conquistar el Anual, en coincidencia con la reestructuración de los campeonatos gestada por el interventor de la AFA, Valentín Suárez. En una visita a Tucumán, Suárez sostuvo que pretendía borrar la avenida General Paz del mapa e integrar los equipos del interior al fútbol profesional porteño. Así nació el torneo Nacional. 

11) El contexto. Eran años de zozobra en la provincia. “Nadie diría que hay hambre en Tucumán, pero la palabra hambre retumba en todas partes”, describía en la revista Primera Plana el periodista Tomás Eloy Martínez. La crisis social y económica tuvo su estocada decisiva en 1966, cuando la dictadura militar encabezada por Juan Carlos Onganía ordenó el cierre definitivo de 11 ingenios. Las consecuencias fueron fulminantes y el fútbol no escapaba a esta realidad. Los partidos se jugaban con canchas casi vacías; encuentros que eran convocantes se realizaban a pérdida. El remplazo de jugadores se convertía en dificultosa tarea. 

12) El estilo. Los equipos de Carol eran criticados por la exigencia física a la que sometía a los jugadores. Se decía que los “mataba”. Incorporó de manera permanente a los planteles el preparador físico y el médico. Sostenía que en el fútbol moderno el equipo debía arriesgarse sin dejarse sorprender y por eso trabajaba en fuerza, velocidad y resistencia. No le preocupaba la venta de futbolistas; sabía que debía amoldarse con lo que tenía. Pensaba que era de vital importancia que los clubes se dedicaran a cuidar las divisiones inferiores, donde se encontraba el futuro. 

LA ESTAMPA. Antes de empezar un partido, con la camiseta que amó.

13) El análisis. “He creado en San Martín una verdadera conciencia de trabajo, inculcando a mis jugadores que solamente con el sacrificio, la solidaridad y la voluntad puestas al servicio de la superación se puede alcanzar la meta a la que aspiramos. Superamos lesiones y ausencias obligadas de jugadores a los entrenamientos por razones de trabajo. Somos un equipo de mucha fuerza física, un equipo temperamental que sale a disputar la pelota en todos los sectores, pero nunca con mala intención, y esto es producto de una excelente preparación física”.

14) El Nacional. El 18 de agosto de 1968 San Martín venció por 3 a 0 a Central Córdoba de Santiago del Estero en la final del Regional, clasificándose al Nacional de AFA. Debutó el 8 de septiembre contra Vélez Sársfield, en La Ciudadela. Fue un acontecimiento de gran expectativa; se concretaba el primer encuentro oficial por puntos entre un equipo de la Federación y otro de la AFA. 

15) La anécdota. Antes del inicio del partido, luego de varios días de negociaciones, la dirigencia llegó a un acuerdo salarial con los jugadores de un plantel que se presentaba sin refuerzos. Previo al encuentro con Vélez un grupo de asociados entregó medallas de oro a Carol y al preparador físico Nardo del Valle Mercado. La recaudación fue un récord en la provincia, ya que el club presidido por Ernesto García Soaje vendió 10.500 entradas. 

16) El partido. El equipo de Liniers ganó 3 a 1 con dos goles de un joven Carlos Bianchi, que con apenas 19 años ya brillaba en un equipo que se coronaría campeón del torneo. LA GACETA destacaba que por primera vez rodaba en Tucumán una pelota europea de cuero blanca, más liviana que las que se usaban habitualmente y que serían las impuestas por AFA. Cada una costaba $7.000 y había sido devuelta desde la calle en tres oportunidades. El partido se suspendió en varias ocasiones; primero porque desde la tribuna se arrojó una botella de vidrio, y luego porque el arco visitante se “había convertido en una exposición de la citricultura tucumana” por las naranjas arrojadas desde la popular. Otro hecho histórico fue la televisación del juego. 

17) El balance. San Martín quedó penúltimo al finalizar el Nacional. La diferencia de profesionalismo entre los equipos de las provincias y los de Buenos Aires era notoria. Sin embargo, el “santo” pudo darse el gusto de vencer por 1 a 0 al poderoso Boca liderado por Antonio Ubaldo Rattín. Ese día, la gran figura “xeneize” se retiró de La Ciudadela enojado por la derrota y sin realizar declaraciones. La prensa porteña no podía comprender lo sucedido. La provincia se había convulsionado por la visita de Boca y el estadio volvió a colmarse. Entre los presentes se encontraba, casi inadvertido, uno de los mejores jugadores de la historia, Alfredo Di Stéfano, en ese momento asesor técnico boquense y que al año siguiente se convertiría en su DT. Esquivó los medios lo más que pudo, y solo se limitó a decir: “fue un gran espectáculo, para disgusto de Boca y para alegría de San Martín, que es un equipo aguerrido y dará que hablar”. 

18) En la otra vereda. Alejado de cualquier fanatismo y gran cultor de la amistad, Carol dirigió en 1969 a Atlético en el campeonato de la Federación. Con una gran campaña, los “decanos” llegaban punteros a La Ciudadela faltando dos fechas para finalizar el torneo. “El Burro” se retiró con lágrimas, no por el disgusto de ser derrotado, sino por los insultos y agresiones recibidas en su club, su casa, por dirigir al equipo rival. La misma tristeza lo invadió días después, cundo tuvo que abandonar la conducción de Atlético, acusado de haber favorecido con las derrotas de su propio equipo a San Martín, para que este saliera campeón. 

19) El dueño de casa. Carol dirigió a San Martín desde el banco en otras dos oportunidades, pero nunca se desvinculó del club. Siempre fue consultado por dirigentes y técnicos en lo referido al fútbol y al porvenir de la institución. A mediados de la década de 1970, cuando surgió la propuesta de la Legislatura para donarle al club los terrenos en San José, fue persistente en su entusiasmo para convencer de que los aceptara a Natalio Mirkin. Soñaba con “llenar de canchas desde el Camino del Perú hasta el pie del cerro” para que todos los niños tuvieran un espacio de contención, como lo había vivido él en el Solar de los Deportes. Finalmente persuadió a Mirkin argumentando: “en 30 años ya no existirán los cañaverales y esa se convertirá en una zona más poblada”. 

20) El adiós. A pesar de ser socio honorario, Carol pagó la cuota social hasta el 26 de agosto de 2016, último día de su vida. “No fue el goleador del club, era el jugador de los goles decisivos, y su fraternal manera de jugar lo llevó a ganarse el apodo de caballero del fútbol. Un crack”, recuerda su amigo Roberto Albornoz, con quien compartía la platea en los últimos años. Pocos días antes de morir, en sus habituales conversaciones de café, Carol le entregó a Albornoz una servilleta de papel, escrita de puño y letra, exhortando a “conformar grupos de socios que trabajen para la institución y no para ellos. En una palabra, que sean santos de verdad. Si no es así, no los necesitamos”. Previo a la inhumación de los restos, el ataúd fue trasladado al estadio de San Martín. Solo un puñado de hinchas y dirigentes rindieron tributo al ídolo del club. Hoy, en su memoria, el museo de la institución lleva su nombre.