Diego Lerman, el director de la película que protagoniza Leonardo Sbaraglia y en la que está Sergio Prina, también habló con LA GACETA.

- ¿Cómo llega esta historia a tus manos y cómo fue el trabajo de campo que hiciste con las entrevistas en Capilla del Monte?

- Hay mucho de Córdoba en la película. Suelo ir mucho de vacaciones a la provincia. A partir de las fábulas que hay en distintos lugares sobre ovnis, presencia extraterrestre, etcétera, recordé a la figura de José de Zer. Hice una investigación en Capilla del Monte, en Buenos Aires, con gente que lo conoció, que trabajó con él y con su familia.

Me di cuenta de que quería abordar a ese personaje que tenía diferentes aristas. Por un lado, una figura pública y, por otro lado, se sabía muy poco de su vida privada; todo lo que aparece de su vida privada es ficcionalizado. Empecé un proceso de escritura de guión, lo que llevó un tiempo.

Fui varias veces a Capilla del Monte, hice entrevistas con gente que lo conoció, con el jefe de bomberos, un ex intendente me contó cómo fue el fenómeno en su momento, cómo la gente venía de todos lados a instalarse. Y bueno, a la hora de filmar hicimos una parte en Córdoba y otra parte en un pueblo minero de San Luis, porque buscábamos que parezca el pueblo de los años ochenta.

A muchos actores los trajimos de Córdoba, era gente que nunca había actuado. Yo quería que esté muy presente el cordobesismo en la historia, porque era lo que lo que sucedió en la historia original.

- José de Zer era un periodista que todo el tiempo coqueteaba con lo ridículo. ¿Cómo retrataste esa figura en la película sin caer en la burla, pero manteniendo la esencia excéntrica que él tenía?

- Sí, la figura de José era muy compleja. Él era un periodista que entrevistó a grandes figuras, que cubrió La Tablada, el caso María Soledad, entre otras cosas. Después estaba el otro José, el de la casa embrujada y de los platos voladores; el que a mí me interesaba. Me parecía muy interesante desde el periodismo y cómo esto pudo ser el inicio de lo que hoy se conoce como las fake news. La noticia falsa o la espectacularización de la noticia, con la particularidad de que lo hizo en un noticiero como fue Nuevediario en los años ochenta.  Nuevediario vendía la noticia recreada como verdadera, y había un debate ético público. Al principio, la mayoría de la sociedad lo creyó, de hecho, hacían como cincuenta puntos de rating. Capilla del Monte vivió un fenómeno de gente que se va a instalar ahí. Después, eso se fue volviendo más bizarro. Pero a mí me interesaba contar la historia del hombre que cubría espectáculos y que mientras cubría la temporada en Villa Carlos Paz, de golpe empieza a cubrir un fenómeno de estas características y cómo usa esto todo ese conocimiento de periodista de espectáculos y lo vuelca en una saga de un noticiero y se vuelve un fenómeno muy popular.

- Cuando eras chico ¿qué relación tenías con este tipo de fenómenos y qué te acordabas de José?

- No, de chico me acordaba un poco del fenómeno, pero sobre todo la particularidad de un hombre que aparecía en el noticiero y se paralizaba medio país. Creo que no se entendía bien qué estaba pasando.

En términos de creencias soy bastante respetuoso, te diría. Me pasó de estar haciendo la investigación y empezar a recibir un montón de información de gente, hay muchos que han dedicado su vida a estudiar los fenómenos extraterrestres. Creo que hay de todo, el año pasado la NASA dijo que iba a desclasificar documentos sobre estos fenómenos que tiene desde hace años.

- ¿Por qué pensaste en Sbaraglia para este papel?

- Cuando estaba escribiendo me preguntaba quién va a ser de José. Con Leo veníamos hace tiempo hablando de trabajar juntos; él es un actor que me encanta. Le conté del proyecto, le dije que era bastante arriesgado, con un personaje que no tenía medias tintas, era desafiante. Fue un rodaje bastante largo, él está en casi todas las escenas; una parte importante de la película es a la intemperie, o sea, dependíamos muchísimo del clima y teníamos jornadas largas. Y Leo desde el primer momento me dijo que le fascinaba.

Tuvimos dos meses de ensayos casi a diario, le fui presentando los distintos actores del elenco y él trabajó mucho la forma física, la forma del habla. En un momento escuchaba y veía compulsivamente los videos de José de Zer, y le tuve que pedir que dejemos a José de Zer y creemos nuestro propio José. Hay escenas que son tal cual el guión y otras en la que hay mucho de improvisación. Por ejemplo, la escena de la cueva fue una muy lúdica para hacer. Yo había pedido que traigan animales, aparecieron unas cabras, nos interrumpían, metimos a las cabras en escena, jugábamos un poco, y así se fue armando.