En las últimas dos semanas hubo cuatro hechos vinculados con el agua en el piedemonte que dieron que pensar:

1) Medida drástica: cierre del Enohsa

El Gobierno nacional decretó el cierre del Enohsa, organismo que gestionaba a nivel federal obras hídricas y saneamiento, como ser el nuevo acueducto de Vipos y las cloacas de Simoca, ambos proyectos “neutralizados” o “congelados” por la decisión nacional. Esa decisión de la Nación de no enviar plata a obras públicas -esa “fuente de corrupción”, al decir del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger- generaba un gran problema: el acueducto de Vipos fue presentado hace dos años como la solución al tremendo déficit de líquido de la zona noroeste del Gran Tucumán, que es precisamente la del piedemonte, la más urbanizada en los últimos años y la que más requiere agua.

2) “La joya de la abuela”

“El agua subterránea es la joya de la abuela; tenemos que explotar y captar ese recurso”, dijo el geólogo Jorge García en su charla de hace una semana sobre el presente y el futuro del agua y planteó específicamente el drama de este sector cuyo acuífero está sobreexigido, que ya prácticamente no admite más pozos, que está “estresado” al decir del ex titular del Enohsa, Gerónimo Vargas Aignasse.

3) Cuidar el “nexo ambiental”

La arquitecta Paula Boldrini, coordinadora de un amplio equipo de trabajo multidisciplinario que investigó en toda el área casi dos años, entregó el diagóstico sobre los problemas socioterritoriales del piedemonte, franja llamada “nexo ambiental” entre la ladera oriental del cerro y la llanura. Zona que abarca el parque Sierra de San Javier de la Universidad, que lo considera el pulmón ambiental del gran Tucumán. En ese diagnóstico se recomienda no seguir urbanizando hasta que se haga un plan de ordenamiento territorial y crear un ente piedemontano. Dice que el gran problema es el agua, tanto la requerida para consumo como la que baja rauda con las tormentas y causa inundaciones en la zona baja.

4) Compromiso de la Nación

El gobernador Osvaldo Jaldo dijo que de sus diálogos con la Nación –con el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo- ha logrado la promesa de que se va a gestionar el nuevo acueducto de Vipos. Una noticia que devuelve la ilusión que había sido enterrada con la primera información. Pero hasta que se concrete esa obra –para la que hay fondos adjudicados por el Banco Interamericano de Desarrollo, que le salían gratis a la Provincia pero que debía pagarlos la Nación- pasarán dos años desde que comience el trabajo… que por ahora es sólo promesa.

Entre ilusiones y realidades

Los científicos describen los problemas y dan sus diagnósticos; los políticos prometen hacer realidad las ilusiones; los funcionarios ofrecen sus posibilidades y la gente saca conclusiones a partir de su experiencia cotidiana. ¿Cuál es el resultado? Por lo general, una larga extensión de problemas sin resolver, parchados según los requerimientos de las emergencias y a veces resueltos sin que se hayan enfrentado los problemas estructurales.

En el caso del piedemonte y la buena disposición que se genera con las novedades, hay al menos dos miradas. Una es la habitual, la incredulidad, a partir de las experiencias frente a las idas y vueltas de los gobiernos que no terminan de definir sus cosas. El ex secretario de Obras Públicas Raúl Natella cuestionaba hace pocos meses la idea de construir un nuevo edificio para el Registro Civil en pleno centro y de abandonar el proyecto de Centro Cívico en Los Pocitos (diseñado por César Pelli a pedido del Gobierno tucumano): dijo que hay “contradictorias y marcadas percepciones equivocadas a nivel gubernamental en cuanto a la planificación y ejecución de las obras públicas que, al prescindir de equipos profesionales sólidamente capacitados, llevan a situaciones anómalas y que muchas veces ocasionan daños costosos, difíciles de remendar y muchas veces irreversibles”.

Un diagnóstico anterior

A esto contribuye la misma experiencia en la Sierra de San Javier. Hace poco más de 10 años se llevó a cabo un gran estudio multidisciplinario DAMI de desarrollo de áreas metropolitanas de Tucumán (financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo para seis regiones argentinas). El constitucionalista Benito Carlos Garzón, que participó en el trabajo, se quejó hace poco de que quedó olvidado, sin publicar. Decía que planteaba la necesaria coordinación entre las diferentes jurisdicciones –comunales, municipales, provinciales, universitarias- para ordenar el crecimiento. Luego la arquitecta Marta Casares dijo que el estudio DAMI se puede hallar en la página web del Observatorio Metropolitano pero que después del diagnóstico faltaba el compromiso de la Provincia para generar un espacio de articulación. “Pero esto ocurrió con el cambio de Gobierno, cuando llegó Juan Manzur y coincidió con la desactivación a nivel nacional de esos espacios de trabajo metropolitano”.

Ya entonces explotaba la urbanización del piedemonte, que fue parcialmente frenada en Yerba Buena –tiene urbanizado el 64% de su territorio- y que estaba limitada por ordenanza en Tafí Viejo. Las comunas lindantes –San Pablo-Villa Nougués y La Esperanza- permitían la urbanización sin trabas.

Nuevo ímpetu

Este nuevo diagnóstico llega con el ímpetu de una tarea en la que se comprometieron comunas, municipalidades –se incluye la de Lules-, la UNT, el Conicet e instituciones de la Provincia. También lo afectó el cambio de gobierno (nacional) porque se entregaron $ 10 millones para los talleres y el diagnóstico pero ya les hicieron saber que los $ 5 millones que faltan para el ensayo piloto socioterritorial en La Toma de Tafí Viejo no llegarán. Boldrini dijo que se lo va a hacer igual, en un mes, con estudiantes de diferentes facultades que se suman a una cátedra organizada al efecto en Ciencias Exactas. Y confía en que las municipalidades de Tafí Viejo y de Yerba Buena introduzcan los detalles del trabajo a sus códigos de planeamiento.

Además apenas se supo de la culminación del trabajo, hubo una reunión entre todos con la Sociedad Aguas del Tucumán para avanzar en tareas en conjunto para que se hagan proyectos ejecutivos de aprovechamiento de las fuentes superficiales y subterráneas, luego de lo cual debería hacerse un plan que abarque la cuenca del Salí y debería haber inversiones en infraestructura.

Buenas intenciones en la peor época, esta del anunciado achicamiento feroz del Estado. Pero mientras Sturzenegger empuja para desguazarlo, los estudios se afianzan. Benito Carlos Garzón, que advierte que más que la ciencia debe intervenir fuertemente la decisión política, había dicho en 2022 que un acuerdo de trabajo mutuo entre la UNT y el municipio de Tafí Viejo para cuidar la sierra era “una pequeña luz en el camino”. Acaso ahora sea así y se pueda hacer algo para calmar la sed del piedemonte.