San Cayetano y quienes hayan concurrido como alumnos , padres o docentes a la Escuela Lola Mora, difícilmente puedan olvidar a la “seño” María Esther Ortiz de Abdala, que enseñaba Actividades Prácticas o Trabajo Manual (como se le decía antes). Los niños del ayer, adultos hoy, no paran de contar y recordar sus anécdotas, bondades, educación y cuanto aprendieron de ese ángel celestial, que con su labor silenciosa y bondad infinita, en las fiestas patrias o eventos de la escuela, entre todos, las adornaban de la mejor manera. No solo repartía conocimiento; todos la adoraban por su pureza, su bondad y su dedicación. Cuando se jubiló, más de uno lloramos y no faltaron las muestras de cariño, regalos y el pedido de que no se vaya, pero el paso del tiempo es inexorable. Hoy se nos fue el ser humano más bello, la reina de la ternura, que con una sonrisa o palabra justa solucionaba todo. ¡Querida señorita María Esther! Dios no se olvidó de usted; de premio para su jardín le mandó un Ángel de esposo y las cinco flores más bellas, sus excelentes hijos, que hoy muy dolidos la lloran junto a sus seres queridos. Desde el lugar que el Altísimo le reservó, puede ver y sonreír satisfecha del deber cumplido; vuele alto, descanse en paz. ¡Nosotros jamás la olvidaremos!

Francisco Amable Díaz   

franciscoamablediaz@gmail.com