Hace tiempo escribí un artículo como este, pero referido a César Aira, autor que, según mis conclusiones, efectivamente nos toma el pelo, y de forma magistral. Pero en el arte de tomarle el pelo a los lectores nadie supera al gran Enrique Vila-Matas, que es, además, uno de los escritores contemporáneos más talentosos, porque una cosa no quita la otra, o incluso la potencia.

Acaba de aparecer un libro muy breve titulado Ocho entrevistas inventadas (H&O Editores), que reúne parte del trabajo periodístico que un joven Enrique Vila-Matas realizó entre finales de los años 60 y principios de los 80. Como el título indica, se trata de supuestas entrevistas a celebridades, fraguadas por el autor, y hechas pasar por auténticas en el medio en el que trabajaba, la revista española Fotogramas, que las fue publicando sin que nadie advirtiera el aparatoso engaño.

Marlon Brando

En junio del 68, todavía caliente la hoguera del mayo francés, a Vila-Matas le encargan traducir del inglés una entrevista al mítico Marlon Brando, y el joven colaborador, que no domina en absoluto el idioma pero que tampoco está dispuesto a reconocerlo, deja volar su imaginación y se la inventa de punta a punta. Una entrevista en la que el actor anuncia su alejamiento del cine para dedicarse a las luchas sociales y a las barricadas revolucionarias, en una cruzada contra las injusticias del mundo.

Entre otras muchas cosas, un Brando irreconocible declara: «Señores, el mundo va mal. Aquí todos lo repiten constantemente, pero luego se quedan quietos. Inútiles. Sin iniciativa. O nos arremangamos y nos ponemos a hacer algo, o mucha suerte y Felices Pascuas. Yo me considero un ciudadano del mundo. El día en que me toque reventar, quiero sentirme tranquilo. Quiero tener la certeza de haber hecho lo posible, según mi capacidad, mis fuerzas y mis limitaciones». ¿Y sus admiradoras?, le pregunta el periodista. «Que vengan a oírme en las plazas, en las fábricas, en las universidades, allí donde se combate y se trabaja por arreglar las cosas. Las admiradoras que permanezcan exclusivamente ligadas a mis asuntos cinematográficos no me interesan».

Rudolf Nuréyev

Unos meses más tarde, en abril del 69, es al propio Vila-Matas a quien encargan una entrevista, en Barcelona, a una auténtica gloria viviente de la danza: Rudolf Nuréyev. Después de una ardua jornada de ensayos seguida de una extenuante representación, Vila-Matas dice encontrarlo en una discoteca, donde se realiza la particular entrevista.

Cuando le pregunta por España, el bailarín responde: «Es un hermoso país, muy atractivo. Me seducen poderosamente los toros, el sol, la sangre sobre el ruedo, los maletillas valientes, la estética de los ruedos. España es una tierra que siempre quise visitar. Era, además, algo muy misterioso para mí. Algo así como Moscú para un español, supongo. De todos modos, me molesta el alto grado de sofisticación a que han llegado algunas corridas en España».

Más casos

Anthony Burgess: En un pasaje de la entrevista, de noviembre del 82: ¿Es cierto que en cierta ocasión estuvo usted a punto de convertirse al mahometismo? «Sí. Fue en Malasia, me interesé mucho por esta religión. Iba a llamarme Yayah Ben Abdullah, que es la traducción literal de Anthony Burgess. Pero leí el Corán y me llevé una gran decepción. Es un libro estúpido, mal escrito. La obra de un aficionado. Le falta lógica y está mal estructurado».

Patricia Highsmith: Septiembre del 83: «Antes me situaban en el género de la novela de misterio cuando a mí el misterio me importa bien poco. Es más, procuro ser muy clara a la hora de escribir. Tampoco me interesa nada todo eso de la novela policíaca. Odio a Agatha Christie, por ejemplo. Y también al sucio de Chandler».

Le siguen entrevistas a Juan Antonio Bardem, Rovira Veleta, Cornelius Castoriadis y otra a Marlon Brando, más una recopilación de «Recuerdos inventados». Y le sigue, más allá del libro y del paso de Enrique Vila-Matas por el periodismo, el destino de un hombre atrapado para siempre en sus fantasías, la manera de adecentar ese destino escribiendo novelas festejadas por el público y halagadas por la crítica. Y el prestigio intelectual que reserva piadosamente la literatura a las mentes fabuladoras e incorregibles.

© LA GACETA

Juan Ángel Cabaleiro – Escritor.