No fue este 2024 un año cualquiera, ni en lo Institucional, como tampoco en lo político, en lo económico y, mucho menos, en lo geopolítico. La gestión libertaria odia la institucionalidad, motivo por el cual difama y criminaliza al Congreso de la Nación, imponiendo un régimen que gobierna mediante decreto; sin Ley de Presupuesto y con la reaparición de los menemistas ATN. El presidente Milei no pierde oportunidad para escupir su rechazo hacia la política, no porque efectivamente la considere innecesaria (aunque sabe perfectamente cómo puede tarifarla en algunos casos), sino porque no asume su absoluta ignorancia en la materia. El Gobierno de los hermanos Milei gobierna para la minoría más rica del país, recibiendo aplausos en campeonatos de polo o en exclusivas cenas con precios de cubiertos dolarizados y decide arrodillarse ante EEUU, dándoles la espalda a los pueblos hermanos del Mercosur y a los Brics. Quienes conforman su entorno son los hijos políticos, ideológicos y sanguíneos en algunos casos, de las últimas dictaduras y del menemismo, menos bizarros que la pizza con champagne (ya que nacieron y crecieron en el lujo y las fortunas adquiridas por sus antecesores que pasaron del barro de la militancia a Puerto Madero), pero tan dañino y destructor como aquellos. Este primer año de la presidencia Milei muestra que la destrucción será mayor que la que desencadenó aquel imborrable 2001, porque la misma no solo es económica y productiva, sino además -y lo que es más grave- clasista y social, con una sistemática alimentación del odio, del racismo y del individualismo.

Javier Ernesto Guardia Bosñak
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