A 14 años de la muerte de María Elena Walsh, sus canciones siguen resonando y trascendiendo generaciones y, a más de 60 años del lanzamiento de “Canción de tomar el té”, muchos desconocen el significado que esconde una de las obras más difundidas de la cantautora.
A 15 años de la muerte de Sandro, su esposa Olga Garaventa escribió un sentido homenaje: "Lo extraño cada día más"La faceta de artista infantil de María Elena Walsh contrastó siempre con el perfil serio que mantuvo gran parte de su vida. Se divertía entonando y poniendo voces para recrear a sus personajes. De un momento a otro podía pasar con gran facilidad de maestra jardinera a militante de los derechos.
Tal vez por eso sorprendan muchas de las declaraciones y creaciones de Walsh. Su fama de huraña con la prensa no le impedía dar entrevistas y comportarse al mejor estilo inglés. Tampoco se contenía para soltar una burla o una crítica irónica ante cualquier hecho que le produjera indignación.
¿De quién se burla María Elena Walsh en “Canción de tomar el té”?
“Canción de tomar el té” es tal vez, junto a “Manuelita, la tortuga”, una de las creaciones más difundidas de la artista. Una pieza musical sencilla, pegadiza, pero también ocurrente. ¿Quién, si no, notaría que “la leche tiene frío” y la abrigaría con un sobretodo largo hasta los pies? Tal vez generaciones enteras se lo preguntaron, pero ningún cuestionamiento fue suficiente para detener la transmisión de la disparatada canción.
María Elena Walsh dejó claro en diferentes entrevistas que “Canción de tomar el té” guarda un mensaje oculto e irónico, como los que solía lanzar. Se trata de una burla indirecta contra las clases altas y el snobismo. En Argentina tomar el té no es una práctica autóctona, al contrario del mate, sino que es una costumbre incorporada de Inglaterra o Japón.
“Se supone que la gente paqueta, los chicos ‘regios’ toman el té. Los otros, el resto, toma la leche o el chocolate o el café con leche”, detalló la autora. Así también fue una burla para las familias que enseñaron la canción a sus hijos incluso aún cuando ni siquiera les gustaba el té. “Tomé esa repugnancia infantil y la convertí en un hecho jocoso”, defendió alguna vez.