PARIS, Francia.- La nueva retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París es un golpe duro para la diplomacia climática, que se ve obligada a apoyarse sobre otros actores, como China, la Unión Europea o Brasil, para mantener el impulso negociador.

El Acuerdo de París, firmado en 2015, fue ratificado por casi toda la comunidad internacional, con excepciones como Irán, Libia o Yemen.

El anuncio del recién investido presidente Donald Trump supone el segundo intento de Estados Unidos de desligarse del pacto.

La primera vez ocurrió en junio de 2017, durante su primer mandato, aunque no pudo formalizarse hasta noviembre de 2020 por las propias reglas del Acuerdo de París.

El gobierno demócrata de Joe Biden reingresó en febrero de 2021. Esta vez, la salida será más rápida, calculan analistas.

La ausencia de Estados Unidos tendrá un impacto significativo en la preparación de la COP30 en Brasil, afirmó André Correa do Lago, recién nombrado presidente de la conferencia ambiental de Naciones Unidas, que tendrá lugar en noviembre en la Amazonia brasileña.

El Acuerdo de París “sobrepasa a Estados Unidos”, asegura Frances Colon, del Center for American Progress, centro de análisis cercano a los demócratas. Los expertos internacionales apuntan a que otros países deberán retomar la antorcha.

China está preocupada por la nueva salida de Estados Unidos del acuerdo climático, declaró un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores.

“El cambio climático es un desafío común al cual está confrontada toda la humanidad y ningún país puede permanecer insensible o resolver el problema por sí solo”, declaró el portavoz Guo Jiakun.

Hidrocarburos

China y Brasil, que acoge en noviembre la principal cita de la diplomacia climática, la Conferencia de Partes (COP30) en Belém, son dos de los principales socios del BRICS, el bloque de países emergentes que deberá alzarse ante el desafío de Trump. Brasil preside actualmente el grupo. “Los BRICS vienen para construir, no vienen para desmejorar las cosas”, aseguró Eduardo Saboia, el responsable diplomático brasileño para el grupo, en una entrevista.

Brasil defiende su derecho a seguir explotando recursos de hidrocarburos, medida que considera justificada puesto que su generación de energía limpia, principalmente gracias a sus recursos hídricos, lo compensa ampliamente.

En eso coincide con Trump, que asegura que no está en contra de las energías renovables, sino que quiere mantener abiertas todas las opciones. “Podría ser un año de liderazgo para el Sur global”, dice Tim Sahay, codirector del laboratorio Net Zero Industrial Policy de la universidad Johns Hopkins.

Una posición similar mantiene India, cuyo primer ministro, Narendra Modi, defiende el “liderazgo” de su país en la energía solar y eólica, al mismo tiempo que mantiene la explotación del carbón y no oculta su afinidad geopolítica con Trump.

Durante la primera retirada estadounidense, los chinos se mantuvieron fieles al acuerdo de París y no renegaron de sus objetivos a largo plazo.

Por lo pronto, China produce más de la mitad de los vehículos eléctricos en el mundo, el 70% de las turbinas eólicas y el 80% de los paneles solares, lo que ha permitido reducir fuertemente el costo, incluso para los países a los que exporta. “El desempeño de China para desplegar tecnologías verdes podría resultar salvador,“ dice Li Shuo, experto del Asia Society Policy Institute.

La Unión Europea tiene una larga tradición de liderazgo climático y redujo sus emisiones en un 7,5% entre 2022 y 2023, muy por delante de otros grandes países ricos. También es el principal financiador internacional en la lucha contra el cambio climático. “Europa mantendrá el rumbo y continuará trabajando con todas las naciones que quieren proteger la naturaleza y detener el calentamiento global”, aseguró el martes Ursula von der Leyen, jefa de la Comisión Europea.