Son bastante conocidas por la mayoría de las personas las advertencias sobre el consumo excesivo de sal, mientras que la reducción de este mineral en las comidas es una de las principales reglas de la alimentación saludable. Sin embargo, eliminarla de la dieta puede resultar complicado, debido a su capacidad para agregar sabor a los alimentos. Entonces ¿cuál es la cantidad máxima que podemos consumir sin afectar a nuestra salud?

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Los especialistas advierten sobre las múltiples consecuencias que el consumo excesivo de sal puede tener en nuestra salud. Entre ellas, su incorporación abusiva puede incrementar la presión arterial, lo que aumenta la prevalencia de la hipertensión en un 30%, así como el riesgo a padecer cáncer de estómago, empeoramiento de asma, osteoporosis, cálculos renales y otras afecciones no transmisibles, según datos de la Organización Panamericana de Salud (OPS).

El consumo de sal no solo aplica al frasco en la mesa

Es fundamental advertir que el consumo de sal no solo se limita al frasco que se coloca en la mesa, que es un compuesto basado en un 60% de cloro y 40% de sodio. Si bien esta es la fuente de sodio principal, este mineral está presente en numerosos productos de consumo habitual, como alimentos congelados, conservas, embutidos, carnes, leche, quesos, pescados, mariscos, legumbres, ciertos vegetales, huevo y hasta el agua.

"En algunos de estos alimentos, el sodio está presente de manera natural, mientras que en otros ha sido añadido en forma de sal y debe constar en la lista de ingredientes”, afirma Nieves Palacios Gil de Antuñano, Jefe de Servicio de Medicina, Endocrinología y Nutrición del Centro de Medicina del Deporte al medio Cuidate Plus.

¿Cuál es la cantidad de sal que podemos consumir por día?

Para fortuna de algunos, no es necesario eliminar la sal de nuestras comidas completamente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja para la población general un consumo no superior a 5 g de sal común al día (lo que equivale a 2 g de sodio). 

Palacios aclara que, aunque hay que limitar la ingesta de sodio, este no deja de ser un nutriente esencial, “imprescindible para la vida, ya que permite al organismo mantener el equilibrio iónico y retener agua para conseguir una buena hidratación”.

El consumo de sal también debe ajustarse a nuestras necesidades y nivel de actividad. Así, por ejemplo, los deportistas deben prestar especial cuidado a los niveles de sodio en su cuerpo. “Resulta primordial para la persona que realiza esfuerzos intensos y/o duraderos, y en cualquier otra situación en la que se suda de forma profusa, porque hace mucho calor o el grado de humedad ambiental es alto” destaca la especialista.

¿Qué sucede con nuestro consumo de sal cuando realizamos actividad física?

El ejercicio prolongado, como el cardio, puede tener un gran impacto en la eliminación excesiva de agua y sodio por el proceso de transpiración. “Un deportista de resistencia entrenado, en competición, puede llegar a perder más de dos litros de sudor a la hora. Este sudor contiene, además de agua, una cantidad importante de sodio”, informa el especialista. 

Así, “en situaciones de alto grado de sudoración conviene reponer lo antes posible el agua y el sodio eliminados para evitar la pérdida de rendimiento físico y psíquico y un estado de deshidratación que puede poner en peligro la salud de la persona”, señala la especialista. Según Palacios, “la mejor forma de administrar el agua y el sodio perdido ante el esfuerzo físico es mediante la bebida adecuada, que debe contener entre 46-115 mg de sodio por 100 ml”.