Lewis Hamilton debutó con Ferrari en la Fórmula 1 con más interrogantes que certezas. En el Gran Premio de Australia, el británico terminó en la décima posición tras una carrera caótica marcada por la lluvia, una estrategia fallida y un cruce tenso con su ingeniero de pista, Riccardo Adami.
El siete veces campeón mundial había comenzado la jornada con esperanzas de luchar por un buen resultado en Melbourne. Sin embargo, quedó atrapado en el tráfico durante gran parte de la competencia y las comunicaciones con su equipo reflejaron la frustración. “Déjame hacerlo, por favor, déjame hacerlo”, respondió Hamilton cuando su ingeniero intentó indicarle cómo usar el DRS para atacar a Alex Albon. Más tarde, ante la sugerencia de mantener el K1 activo, replicó: “¡No estoy lo suficientemente cerca! ¡Cuando me acerque, lo haré!”.
El caos se desató cuando empezó a llover y la Scuderia demoró demasiado en llamarlo a boxes para cambiar neumáticos. Hamilton llegó a liderar la carrera cuando sus rivales ingresaron antes que él, pero la decisión de Ferrari de mantenerlo en pista con ruedas de seco le hizo perder terreno. Al regresar de su parada, ya estaba relegado al noveno puesto y cayó al décimo en la última vuelta tras ser superado por Oscar Piastri. “Pensé que habían dicho que no llovería mucho. Perdimos una gran oportunidad”, expresó con enojo por radio.
Tras la carrera, Hamilton reconoció que esperaba un mejor resultado y admitió que aún debe adaptarse a su nuevo equipo y monoplaza. “Fue más difícil de lo que esperaba, pero estoy agradecido por haber terminado y sumado un punto. Hay mucho potencial en el coche, solo tenemos que exprimirlo”, comentó. También se mostró conciliador con su ingeniero: “Riccardo hizo un buen trabajo, estamos aprendiendo a comunicarnos mejor”.
Mientras Lando Norris celebró su primera victoria en la F1 con McLaren, Hamilton y Ferrari se fueron de Australia con una sensación amarga. Más allá de la tensión, la temporada recién comienza y tendrán tiempo para corregir errores. Pero si algo quedó claro en Melbourne es que el camino de Hamilton con la Scuderia no será sencillo.