(De nuestro enviado especial, Guillermo Monti) ¿Funeral de un Papa o cumbre de presidentes? Un poco de cada cosa. De Donald Trump a su homólogo británico Keir Starmer; de los reyes de España al Príncipe de Gales; de Emmanuel Macron a Javier Milei. Son apenas algunos de los numerosos jefes de Estado que se sentarán en la Plaza de San Pedro y le brindarán, a su manera, el adiós a Francisco.
Nada menos que 130 delegaciones extranjeras. Protegerlas demandará el mayor operativo de seguridad que se recuerde en Roma.
Y no sólo serán El Vaticano -donde se esperan unas 200.000 personas- y la basílica de Santa María la Mayor, donde será sepultado el Papa. También habrá cuidar un perímetro de seis kilómetros, que es el que recorrerá la carroza fúnebre a través del casco histórico de la ciudad. Una tarea titánica de la que ya están ocupándose miles de policías y unidades de elite de las fuerzas de seguridad italianas.
Así será el último viaje del Papa Francisco por la Ciudad EternaA la medianoche, 10 horas antes del inicio de la ceremonia del funeral, se activará el protocolo de “zona verde”, que prohíbe las manifestaciones y el transporte de sustancias peligrosas.
Despliegue de tanquetas
Mucho antes, a media tarde, en El Vaticano se produjo el despliegue de tanquetas. “La defensa de cielo, mar y tierra incluye un destructor de la Marina en las aguas que rodean la capital, cazas Eurofighter, radares, bazucas antidrones y dispositivos que podrán inhibir las ondas de radio –anunciaron las autoridades-. Se desplegarán tiradores en los edificios, escuadrones de desactivación de explosivos, unidades caninas, la Policía fluvial para patrullar el río Tíber y los muelles, y el cuerpo de Bomberos para contrarrestar la amenaza nuclear, bacteriológica, química y radiológica”.
La llamada de Francisco: influencia de un Papa cercanoTodas estas medidas se palpan en la ciudad. Los patrulleros apostados en los puntos estratégicos se han multiplicado, mientras los helicópteros no dejan de sobrevolar la Santa Sede y el recorrido que efectuará el cortejo a media mañana. Blindada y armada hasta los dientes, Roma no está dispuesta a sufrir disgustos en un día tan especial: del adiós definitivo a Francisco. Justamente, un símbolo de paz.