Una dificultad frecuente en estos tiempos, en que se otorga tanta importancia a la mente y a su potencial, es la desconexión con el cuerpo. Son muchas las personas que no se conocen: se miran fugazmente al espejo al vestirse o maquillarse -por lo general, se critican- y no tardan en volver la atención a la “radio” mental, de transmisión continuada y con tendencia a las malas noticias.

Esta falta de conexión se observa especialmente en las mujeres con problemas para llegar al orgasmo. Tienden a verse dominadas por la tensión, lo que hace que su mente y su cuerpo queden completamente agarrotados. ¿Cómo sentir placer en ese estado?

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Por eso en la terapia sexual suelen prescribirse tareas orientadas a reconocer la tensión corporal y relajar, a retomar ese vínculo tan fundamental con el propio cuerpo a la hora de gozar. Algunas consisten en ejercicios de “conciencia corporal”.

En su ya clásico “Alcanzar el orgasmo”, los sexólogos norteamericanos Julia R. Heiman y Joseph LoPiccolo, ofrecen instrucciones para aumentar la toma de conciencia sobre el propio cuerpo. Primero sugieren leer las consignas. Luego, escribir un resumen de ellas en una o dos palabras, a modo de ayudamemoria (o grabarlas para escuchar a medida que se hace el ejercicio, o pedirle a alguien que las lea en la práctica). Es clave ponerse cómoda. Y, al considerar cada secuencia, intentar meterse de lleno en la situación y concentrarse en cada imagen durante unos segundos (entre cinco y 10). Entonces:

- Sentada con la cabeza apoyada en el respaldo de la silla, cierre los ojos. Visualice el punto en que la nuca se contacta con la silla.

- Imagine el espacio que hay entre sus ojos.

- Visualice lo cerca que llega el aire a la parte posterior de sus ojos cada vez que aspira.

- Imagine que está mirando algo colocado muy lejos.

- Visualice mentalmente los puntos en que sus brazos tocan la silla. ¿Dónde dejan de estar en contacto con la silla?

- ¿Tiene alguno de los dos pies en el suelo? Si es así, ¿siente el suelo bajo los pies?

- Imagine una flor hermosa suspendida unos centímetros delante suyo. Cierre los párpados de su “ojo interior” para dejar de ver la flor.

- Visualice el espacio de la cavidad bucal. ¿Cuál es la posición de la lengua dentro de la boca?

- Imagine el contacto de una ligera brisa sobre sus mejillas.

- ¿Le pesa más un brazo que el otro? ¿Está uno de los brazos más relajado que el otro?

- ¿Nota algún cambio en la temperatura corporal? ¿Tiene más caliente el brazo izquierdo que el derecho?

- Imagine que es una muñeca de trapo.

- Visualice su antebrazo izquierdo. ¿Siente alguna tirantez?

- ¿Puede sentirse flotando como en una nube? ¿Se siente demasiado pesada como para poder flotar? ¿Siente mucho peso en los brazos, como si estuvieran atrapados en una miel espesa? ¿Y con respecto a las piernas?

- Imagínese flotando en agua templada.

- Note el peso del cuerpo en la silla.

- Déjese llevar por la pereza.

- Abra los ojos.

Y ahora, a reflexionar: ¿Cómo se ha sentido mientras realizaba este ejercicio? ¿Ha podido visualizar las escenas? ¿Se ha relajado?

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Recomiendan tener cierta disciplina y practicar -sea cual sea el método de relajación o de conciencia corporal elegido-, hasta llegar a dominarlo. En esa instancia, es probable que ya no sea necesario seguir todos los pasos: bastará con relajar áreas determinadas o visualizar ciertas escenas para reducir significativamente las tensiones. Estas tareas también son útiles para aprender a concentrarse más fácilmente en las sensaciones corporales… para así llegar a apreciarlas.