“Dejar de fumar es fácil. Yo ya dejé cuatro veces”- lo dijo Mark Twain. En realidad, ese acto salvaje de echar humo y fuego por la boca y la nariz semeja en pequeño a la demostración de poder que se atribuía a los dragones, inmensos y poderosos animales fantásticos. ¿Acaso esa acción de fumar no es una muestra de “suficiencia”? Echar humo al aire parece ser una exigencia interna de “hacerse notar” que “aquí estoy yo. ¡Ojo!” Acto pueril, que en realidad muestra que algo nos está dominando: ¿los nervios? ¿La ansiedad? ¿La impotencia? ¿El deseo de hacerse notar, como aquellos triglodontes? Como sea que lo tome, y aún con 90% de ignorancia, sabemos que ese hábito es malsano por donde lo mire, aún para el “hombre macho” y/o la mujer conquistadora que lo usa como arma de seducción. A esta altura de nuestra llamada “civilización” resulta increíble ver que seguimos dominados por tal pueril conducta. Aún a sabiendas de que “Dejar de fumar es fácil......” ¿Ya cuántas veces lo intentó Ud., querido amigo?
Darío Albornoz
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