El juicio por la muerte de Diego Armando Maradona está envuelto en un escándalo inesperado. Una de las juezas que integran el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de San Isidro quedó en el centro de la polémica. Se trata de Julieta Makintach, magistrada con más de 25 años de carrera en el Poder Judicial, hoy señalada por presunta parcialidad y un supuesto vínculo con la productora de un documental que estaría registrando el debate sin autorización formal.

La acusación —que derivó en la suspensión del juicio por siete días— no solo generó malestar entre las partes y el tribunal, sino que encendió las alarmas dentro del propio sistema judicial. El caso pone en tela de juicio la imparcialidad de una jueza con trayectoria reconocida y proyección académica, pero también despierta interrogantes sobre los límites entre el interés público, la cobertura mediática y el proceso judicial.

Una jueza con carrera reconocida

Julieta Makintach se desempeña desde 2017 como jueza del Tribunal Oral en lo Criminal N°2 del Departamento Judicial de San Isidro. Su designación fue aprobada en agosto de 2016, aunque había iniciado el trámite de postulación en octubre de 2014. Su llegada al juicio por la muerte de Maradona se dio por una situación excepcional: el tribunal N°3, a cargo del debate, quedó con un integrante menos luego de la jubilación de uno de sus miembros, por lo que Makintach fue convocada como jueza subrogante.

Hija del juez Juan Makintach, la magistrada es licenciada en Derecho Penal y docente universitaria en la Universidad Austral. En su perfil de LinkedIn se presenta además como “coach ontológica” y suele participar de congresos y encuentros jurídicos en distintas provincias. En septiembre del año pasado, por ejemplo, expuso junto al actual ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, en el aniversario número 25 del sistema acusatorio en Buenos Aires. También ha dictado charlas sobre el caso de Lucio Dupuy en espacios vinculados al análisis jurídico desde una perspectiva de género. 

Dentro del fuero penal de San Isidro es considerada por colegas como una de las “mejores juezas técnicas”, con conocimientos profundos en derecho sustantivo y procesal. Sin embargo, toda esa reputación quedó bajo la lupa a raíz de los cuestionamientos formulados por la defensa de uno de los principales imputados en el caso Maradona: el neurocirujano Leopoldo Luque

El escándalo del documental

La tensión se disparó cuando el abogado defensor de Luque, Julio Rivas, denunció que la jueza habría autorizado, de forma irregular, la grabación de un documental sobre el juicio. Según su planteo, esa producción se habría realizado sin consentimiento de las partes ni una resolución del tribunal que lo avalara.

La acusación sostiene que el día de apertura de las audiencias, una cámara fue instalada en la sala sin explicación oficial y que esa maniobra habría sido gestionada por la jueza Makintach. Como si fuera poco, también se investiga un supuesto vínculo familiar con una productora audiovisual que estaría detrás del documental, lo que agudizó aún más las sospechas sobre su imparcialidad.

El planteo derivó en un pedido de recusación que fue presentado formalmente por la defensa de Luque y respaldado por el fiscal general adjunto de San Isidro, Patricio Ferrari. Este último consideró que lo ocurrido “compromete el prestigio del Poder Judicial” y advirtió que las pruebas recolectadas por la Fiscalía en el marco de una denuncia presentada por los abogados Fernando Burlando y Mario Baudry “no son alentadoras”. 

“Lejos de limitarse a solicitar aclaraciones, la magistrada formuló preguntas que revelan un claro sesgo y una intromisión indebida en el rol de la defensa”, se lee en el escrito presentado por Rivas. En concreto, se cuestionan interrogantes formulados por Makintach durante las declaraciones de Víctor Stinfale y Agustina Cosachov, dos de los imputados, que según los letrados exceden su rol como jueza. 

La defensa de Makintach

Frente a las acusaciones, la jueza se defendió en la misma audiencia. "Estoy convencida de mi imparcialidad", expresó ante el tribunal. "No hay sospechas que puedan comprometer mi honor y prestigio", agregó. Makintach incluso deslizó la posibilidad de apartarse por voluntad propia para no entorpecer el proceso: “Quizás sea yo la que me aparte”, dijo.

El tribunal rechazó en un primer momento el pedido de recusación, pero la defensa de Luque presentó una apelación que aún debe ser resuelta. Mientras tanto, el juicio quedó suspendido hasta el próximo martes.

“Me veo en la obligación de mantener este pedido de recusación no sólo por lo que ya he afirmado, sino porque en esas pruebas surge que la doctora Makintach ha autorizado gente para que pusiera una cámara en el primer día de audiencias, cuando el tribunal prohibió el ingreso de cámaras”, insistió Rivas.

La investigación quedó en manos del área Criminal de San Isidro, a cargo de la fiscal Carolina Asprella. También fue uno de los fiscales del caso, Patricio Ferrari, quien propuso suspender el juicio por diez días hasta que se aclararan los hechos. El tribunal concedió finalmente una pausa de siete días, lo que implica la cancelación de una sola audiencia.