“En el futuro, todos serán mundialmente famosos por 15 minutos”. Atribuida a Andy Warhol, esta sentencia fue publicada en 1968 en un catálogo para la exhibición de su trabajo en el Moderna Museet de Estocolmo. Aunque algunos considerados más precisos, se la adjudican al fotógrafo Nat Finkelstein, quien en una ocasión estaba fotografiando a Warhol y una multitud se acercó al lugar intentando aparecer en los retratos. Entonces Warhol remarcó el hecho de que todo el mundo quería ser famoso, a lo que Finkelstein replicó: “¡Claro Andy, por 15 minutos!”.
Una divertida referencia a la fama repentina y efímera aparece también en “A Roma con amor”, comedia romántica del magistral Woody Allen. Uno de los personajes, Leopoldo Pisanello -interpretado por Roberto Begnini- es un romano común y corriente que, de pronto y en forma inexplicable, se convierte en el centro de la atención mediática. No puede ni caminar por la calle sin recibir el constante acoso de los paparazzi. Y, si bien empieza a sufrir las incomodidades de la fama, también se da cuenta de que todo lo que desea -incluida esa hermosa mujer de su oficina con quien antes no tenía ni la más mínima posibilidad- está fácilmente a su alcance (por supuesto que, con la misma arbitrariedad, un día el foco se desplazará hacia otro desconocido, dejando a Leopoldo desesperado).
Maldita kiss cam
En los últimos días, un hombre y una mujer tuvieron algo más que unos minutos de fama: su imagen abrazados apareció en pantalla gigante -una inoportuna “kiss cam”- en un recital de Coldplay en Boston. Al advertirlo, se escondieron de una manera bastante torpe, dejando ver que estaban ahí de trampa. Y si quedaban dudas, Chris Martin los puso en evidencia: “O están teniendo una aventura o simplemente son muy tímidos”.
El video no tardó en viralizarse… de manera exponencial. Lo que hace unos años hubiera pasado como una secuencia graciosa de una pareja anónima pescada in fraganti (aunque seguramente habría, eso sí, constituido un pequeño escándalo en la comunidad local), se convirtió en un chisme mundial. No sólo se reprodujo millones de veces, con todos los comentarios (en serio y en broma), memes, hashtags y demás vicios y resquicios de internet. También quedaron expuestos sus nombres y apellidos y el de la empresa en que trabajan. No tardamos en saber que él está casado y con hijos; ella, divorciada.
Y empezaron a aparecer fuentes de todo tipo intentando construir la historia de esta relación. Tanto, que la empresa Astronomer -donde él es CEO y ella directora de recursos humanos- acabó por emitir un comunicado hablando de “los valores y la cultura” que los han guiado desde su fundación, comprometiéndose a iniciar “una investigación formal sobre este asunto”, para luego compartirnos “más detalles”.
Un perfecto ejemplo del acertado concepto de “aldea global” que supo introducir el filósofo canadiense Marshall McLuhan, al describir la profunda transformación que operarían los medios de comunicación masiva (ni qué hablar de internet): al viajar rápidamente la información, las distancias se reducen y el mundo se vuelve más pequeño e interdependiente, como si todos viviéramos en una sola aldea.