Camino del Perú ya no es una avenida: es una herida abierta en el cuerpo de Tucumán. Cada jornada, miles de vecinos transitan entre el miedo, el caos y la incertidumbre. Autos, camiones, motos, bicicletas, peatones, niños de escuela, ancianos con bastón, madres con cochecitos: todos atrapados en una coreografía de riesgo que se repite sin tregua. No se trata de exagerar, sino de contar lo que ocurre. Basta observar la intersección de Frías Silva e Italia, frente a la Sociedad Rural. Allí, donde debería haber orden, hay abandono. Donde debería haber prevención, hay olvido. Un semáforo inservible se convierte en ruleta. Un bache sin resolver se transforma en emboscada. Un cruce sin control puede ser la última escena de una vida que no saldrá en los noticieros y mientras todo esto ocurre, vemos cómo se multiplican los gastos en campañas políticas, en afiches que nadie lee, en promesas que nadie cree. ¿Cuánto cuesta reparar un semáforo? ¿Cuánto vale pintar una senda peatonal o asignar inspectores con autoridad real? Seguramente, mucho menos que lo que se gasta en una mañana de propaganda vacía. Destaco, además, los numerosos editoriales de LA GACETA que con compromiso y lucidez vienen advierten sobre este flagelo, como el reciente titulado “La odisea de circular por Tucumán”, que expone con crudeza la realidad que atravesamos. También son reiteradas las cartas de lectores que, desde distintos barrios y ciudades, relatan el mismo drama con distintas geografías. Todo ha sido dicho. Falta que alguien escuche. No pedimos milagros. Pedimos lo mínimo: seguridad, visibilidad, respeto. Y lo hacemos no desde la queja sino desde la desesperación de quienes viven y mueren en el asfalto sin nombre. Esta es una avenida que no distingue jurisdicciones. El drama es compartido; la solución también debería serlo. Hoy alzo la voz por todos los que ya no están para hacerlo. Por los que no llegaron a casa. Por los que parten con miedo cada mañana. Por los que, aunque no tengan poder, tienen derecho. Porque un semáforo puede no cambiar el mundo, pero puede salvar una vida. Y eso debería bastar.

Jorge Bernabé Lobo Aragón                                                  

Av. Camino del Perú 1.575 - S. M. de Tucumán