Mileístas y los (autopercibidos) dialoguistas por igual hablan de “ajuste” y del gran milagro que permitió el “déficit 0” y la baja de la inflación a un 2% o a un 3% mensual (recuerdo las fotos mensuales de Patricia Bullrich, denunciando el 1,4% mensual de CFK), agregando ingredientes y diversos aderezos comunicacionales para que la anestesia teológica del “sufrimiento terrenal, en espera de los premios celestiales”, sea el barco sobre el que flota este gabinete a la deriva -carente de conducción y de brújula- mientras su capitán y su triángulo de hierro se dedican a manotear lo que queda en las bodegas, ante la inminente venta de sus partes a los mismos piratas de siempre. Mientras se siga llamando “ajuste” al “saqueo nacional”, el relato de una realidad inexistente mantendrá sepultada a la señora verdad, espectadora silenciosa de una tragicomedia en la que un psicópata logra convencer a millones de conciudadanos sobre una realidad desvirtuada, Evangelizando -con sospechosos pastores- para que sus ovejas no analicen posibles respuestas cuando el profeta sentencia un “parece que olvidan de dónde venimos”. Una motosierra no ajusta. Mutila, corta, elimina un pedazo o sección de algo, matando -en el supuesto de un árbol, por ejemplo- una rama extraída y, eventualmente, ocasionando la muerte del árbol mismo, cuando el número de ramas cortadas es superior a lo tolerable e imaginable. En el cuerpo humano, la mutilación de un miembro deja al sujeto en shock y, aun recuperándose y evitando una infección que podría provocarle una inminente muerte, transcurrido el tiempo, cuerpo y mente tienen memoria del órgano arrancado y lo sienten; lo extrañan, lo recuerdan en sus acciones y movimientos. Lo de Milei no es otra cosa que un saqueo de dineros de provincias y del que era destinado a obligaciones de la Nación para, en su lugar, proceder a fugarlos; para beneficiar la timba de la plata dulce de los amigotes; para mantener entretenida a Bullrich comprando armas destinadas a la represión de la Democracia hecha carne y para, sobremanera, mantener sanas y filosas a las garras del FMI. Allí están los únicos ganadores de este plan socioeconómico que se dice seguidor de las ideas de Julio Argentino Roca o las de Juan Bautista Alberdi. Así seguirán con la destrucción y con el saqueo de todo lo construido por Roca, por Alberdi y por tantos más, mientras un sector digno de la sociedad argentina se manifiesta en las calles, en los medios; en las redes y en su cotidianeidad, a la espera de que el otro gran sector comience a sentir los órganos arrancados y a tener una necesidad concreta de estos. Cuando se les presente esa encrucijada entre la vida o la muerte no habrá memoria muscular, ni pastor ni rabí que pueda ayudarlos.

Javier Ernesto Guardia Bosñak

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