Francia ha declarado la guerra al tabaco en espacios abiertos. Desde el pasado 28 de junio está prohibido fumar en playas, parques e incluso paradas de autobús, con sanciones que van desde 135 hasta 750 euros. La medida, impulsada en plena ola de calor, busca reducir la contaminación de colillas (hasta 25.000 toneladas anuales) y proteger la salud pública. España buscará emular esta medida.
El Gobierno francés asegura que el objetivo es “desnormalizar el tabaco” y proteger a los más jóvenes, recordando que el 90% de los fumadores empieza antes de los 18 años. Sin embargo, la norma ha generado una gran resistencia social:
Fumadores y no fumadores denuncian un “ataque a la libertad individual”.
Muchos consideran ilógico incluir también el vapeo y el tabaco calentado, que no generan residuos ni humo pasivo.
La policía reconoce que será prácticamente imposible controlar cientos de kilómetros de costa.
España prepara un veto similar en terrazas y piscinas
La polémica cruza los Pirineos. El Ministerio de Sanidad, encabezado por Mónica García, prepara una reforma legal que prohibiría fumar y vapear en terrazas, piscinas y otros espacios públicos al aire libre.
Pero la reacción en España es clara:
El 70% de los ciudadanos rechaza la prohibición, según una encuesta de Hostelería de España.
El 62% teme un daño a la imagen turística del país, clave en regiones de clima suave.
El 85% cree que el veto generará un “efecto rebote”, trasladando el hábito a calles y reuniones privadas.
Los hosteleros alertan de que las terrazas son vitales para la vida social y económica y piden consenso en lugar de restricciones unilaterales.